Rasgarse las vestiduras

Aunque sea muy penoso decirlo, en nuestro país se perdió la seguridad que nos permitía vivir en sosiego y que significaba un gran…

Aunque sea muy penoso decirlo, en nuestro país se perdió la seguridad que nos permitía vivir en sosiego y que significaba un gran atractivo para las inversiones foráneas.

Esto no ocurrió de la noche a la mañana. Fue sucediendo poco a poco sin que nuestras autoridades hicieran lo necesario para enfrentarlo y todavía hoy, es muy poco lo que estamos haciendo. La corrupción, la impunidad, la ineficiencia y falta de responsabilidad del Ministerio Público, la falta de voluntad política de las autoridades y de sanción moral por parte de los ciudadanos, han servido de caldo de cultivo para que malos agentes del orden y de las fuerzas de seguridad del Estado se conviertan en actores y cómplices de actividades criminales.

Para nadie es un secreto los bajos salarios que devengan nuestros oficiales. Tampoco las fortunas de muchos de ellos sin ninguna justificación valedera, así como los negocios legales e ilegales enclavados a lo interior de muchos de estos organismos, tolerados por las autoridades y hasta por buena parte de la sociedad.

Todos los días los medios informan sobre crímenes cometidos con complicidades de oficiales.

Recurrentemente constatamos que narcotraficantes perseguidos en los Estados Unidos o Europa, operan negocios en el país como si nada pasara y seguramente bajo la protección de altas autoridades; hasta que por presión de esos gobiernos son arrestados para extraditarlos o son capturados fuera del país.

Miles de millones de pesos se lavan en el país a través de negocios, los que en parte justifican las cifras del crecimiento económico no medido, que se va a cuentas de “errores u omisiones”, sin que suceda nada, lo que demuestra la debilidad de nuestros controles, pues si bien la lucha contra el crimen es difícil, es muy poco lo que estamos haciendo.

La misma presidente del Comité de Lavado de Activos se queja de que no se cumple con la normativa que ordena a todo aquel que realice una transacción mayor de US$20,000 a explicar la procedencia de ese dinero.

Y ahí radica precisamente el problema, no podremos nunca luchar efectivamente contra el lavado de activos mientras mantengamos un sistema en el que la generalidad de las autoridades y oficiales no pueden explicar la procedencia del patrimonio que poseen; pues esta falta de transparencia aprovecha no solo a los corruptos de todos los sectores sino también al crimen organizado.

El lavado de activos y muchas otras actividades delictivas están siendo toleradas y en muchos casos fomentadas por nuestras autoridades y por parte de la población, sin darse cuenta de que estamos conviviendo con un enemigo que se pasea impunemente por nuestras calles, hace negocios, invierte en campañas establece vínculos con sectores de poder, mientras destruye nuestra sociedad.

No nos rasguemos las vestiduras como fariseos hipócritas cada vez que algún hecho testimonia esta realidad y comencemos a hacer lo necesario para luchar contra estos males, lucha que tiene mucho más que ver con desmontar estructuras corruptas, opacas e impunes, que con agravar las penas.

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