El reino del absurdo

Ambiorix Burgos cuenta en su prontuario con más atrocidades fuera del terreno que puntos luminosos como lanzador. En vez de que…

Ambiorix Burgos cuenta en su prontuario con más atrocidades fuera del terreno que puntos luminosos como lanzador.

En vez de que se pregunte por qué cuenta con la libertad que sus barbaridades no merecen, nos encontramos en medio de un debate por tecnicismos que al fin de cuentas terminan en la misma decisión.

Campante y sonante firmó con un equipo venezolano, donde al igual que en la República Dominicana el que hizo la ley se inventó la trampa y el simple hecho de no presentar objeción es lo más parecido a permitir lo que no está prohibido.

Misivas vienen y van, pero ninguna detiene que Burgos continúe en tierra de Bolívar lo que no puede hacer en su país, donde está suspendido de por vida.

Timoniel Pérez, muchos años luz de ser un peligro para la sociedad ni acusado de quitarle la vida a nadie, tiene una suspensión por esteroides que le impide jugar en su patria. Hasta que no pague su sanción por 50 partidos, cuyo conteo regresivo se inicia al pactar con un equipo de las Mayores, olvídese de escuchar su nombre en cualquier estadio local.

No sé si en la cabeza de alguien cabe que una organización firmará a un veterano para que se pierda todos esos juegos. Pero tampoco se explica cómo deja de producir en el invierno y su culpa no tiene fecha de expiración.

Timoniel está como el coronel aquel. En un limbo donde nadie lo defiende. Y, aclaro, tampoco habrá ayuda para los que vengan.

Por un pasillo dirán, “dura lex, sed lex”. Pero esa dureza de la ley se ablanda por conveniencia. Una sustancia prohibida tiene a Pérez y a Manny Ramírez con la letra escarlata impregnada en sus respectivos cuerpos. Para Alfredo Simón y Ángel Villalona regresar a los rosters de 40 en las Mayores aparecieron todas las enmiendas posibles, entre ellas la ausencia de pruebas convincentes.

Échele tierra y vamos al mambo. Hace mucho que Joan Manuel dijo que a los muertos no los dejan salir del cementerio.

Es vergonzoso tener que aceptarlo, pero vivimos en un reino del absurdo que va camino a imperio.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas