Renovemos nuestros ideales (y2)

INTRODUCCIÓN:La Conferencia del Episcopado Dominicano dedicó su mensaje de febrero 2013, íntegro, a Duarte, su vida, ideario y acciones.  Lo tituló “En el Bicentenario de Juan Pablo  Duarte, renovemos nuestros…

INTRODUCCIÓN:

La Conferencia del Episcopado Dominicano dedicó su mensaje de febrero 2013, íntegro, a Duarte, su vida, ideario y acciones.  Lo tituló “En el Bicentenario de Juan Pablo  Duarte, renovemos nuestros ideales”.

El documento desarrolla 16 temas.  He aquí, en esta segunda entrega, los seis últimos temas del resumen, hecho para presentarlo.

XI Duarte: al servicio de la Patria con alma, vida y corazón
Aunque no faltaron en Caracas solicitudes a Juan Pablo Duarte para que apoyara la anexión a España, él las rechazó y escribió: “Los sufrimientos de mis queridos hermanos me eran harto sensibles, pero mucho más doloroso me era ver que el fruto de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, era la pérdida de la independencia de esa patria tan cara a mi corazón y por cuya tranquilidad gustoso me inmolara, por lo que en lugar de aceptar el pan de la degradación, acepté con júbilo la copa de la cicuta que sabía me aguardaba el día que mis conciudadanos consideraran que mis servicios no les eran necesarios… A mí me bastaba ver libre, feliz e independiente mi ínsula, y me dispuse a coadyuvar con todos mis esfuerzos a la redención de la Patria”.

Duarte responde el 21 de abril de 1964: “Si he vuelto a mi Patria después de tantos años de ausencia es a servirla con alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui motivo de unión entre todos los verdaderos dominicanos, y jamás piedra de escándalo o manzana de la discordia”.

XII. Duarte: la independencia de la Patria aunque cueste la vida
“Trabajemos, quise decir, por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos. Sí, caro amigo, trabajemos sin descanso; no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa, y en nuestros propios bríos, pues nos condenaríamos, por cobardes, a vivir sin Patria, ¡que es lo mismo que vivir sin honor. Aprovechemos el tiempo…”.

XIII. Duarte: testamento espiritual
Juan Pablo Duarte no se consideraba en la posición de un luchador retirado, vencido por la enfermedad, sino en la de quien todavía está dispuesto a continuar luchando por su Patria.

Seguid, repito, y  vuestra gloria no será menor por cierto que la de aquellos que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan santa empresa bajo el lema venerado de Dios, Patria y Libertad, que son los principios fundamentales de la República Dominicana”.

XIV. Duarte: recibe los auxilios espirituales y muere el 15 de julio de 1876. Su entierro fue celebrado en la fiesta de la Virgen del Carmen
A los 63 años Duarte falleció en Caracas el 15 de julio de 1876, recibiendo los auxilios espirituales del Pbro. Francisco Tejera y el entierro fue celebrado el 16 de julio de 1876, fiesta religiosa de la Virgen del Carmen, en la Parroquia Santa Rosalía.

XV. Sigamos las huellas de Duarte, hombre de fe y político auténtico
Al celebrar el Bicentenario del nacimiento del Padre de la Patria, como pastores de la Iglesia les invitamos a fijarse en Duarte como modelo de ciudadano y de cristiano.

a) Seamos verdaderos políticos como Duarte.
Para muchos la política es clientelismo, una forma de enriquecimiento o de levantarse un trono en la historia. Para Duarte la política es la ciencia más pura y más digna, la practicó con humildad y la vivió como un servicio al bien común.

En cuanto ciudadanos todos somos políticos, porque formamos parte de la ciudad. Somos compromisarios en el servicio. Como Juan Pablo Duarte debemos soñar más en el bien común; cultivar más la vocación de servicio en la sociedad y pensar menos en el lucro personal o de unos pocos.

Felicitamos a los hombres y mujeres que incursionan en la política, renunciando a beneficios personales y que se sacrifican por el bien de todos, y nos lamentamos de los tantos que sin ideales nobles, se aprovechan de la cosa pública y de la malversación de los fondos del Estado.

Felicitamos también a tantas instituciones en el país que cultivan el espíritu de servicio en nuestro pueblo a través de clubes, asociaciones, fundaciones y voluntariados. En este orden, nos regocijamos con los esfuerzos propuestos a favor de la educación. Saludamos la campaña de alfabetización iniciada por el gobierno nacional, que será uno de los mejores homenajes en el Bicentenario del Padre de la Patria. Abramos cada vez más las puertas de la educación formal a dominicanas y a dominicanos privados por la pobreza.

b) Sigamos el paradigma de valentía juvenil
La Independencia nacional fue obra de amigos. La noche del 16 de julio eran nueve jóvenes los que encabezaban aquel movimiento independentista, entre ellos Duarte. “Todos amigos, amigos todos”. Juan Pablo Duarte tenía 25 años, sólo Benito le sobrepasaba con dos años. Pero eso no significa inexperiencia, sino todo lo contrario, significó voluntad de hierro, siempre para obrar bien, a favor de la Patria y del pueblo. Y, en sentido general, no claudicaron, sino que se mantuvieron “firmes en los principios independentistas y democráticos”. No olvidemos que su Juramento Trinitario fue firmado con la sangre de cada compromisario.

La Patria debe cuidar de la esmerada educación de la niñez pero debe confiar y acoger la energía juvenil en la búsqueda de solución a nuestros problemas. Nos preocupa en especial la realidad de la que están siendo víctima tantos jóvenes atrapados por la violencia, el narcotráfico y la falta de una política estatal bien definida en el manejo del orden público y la seguridad ciudadana. Aunemos todos los esfuerzos que sean necesarios para rescatar, proyectar y formar a nuestros jóvenes en los valores que vivió el Padre de la Patria. Brindémosles las oportunidades que les permitan salir de la marginalidad y la pobreza.

c) Caminemos por las huellas del Fundador de la Patria
Esforcémonos todos en pisar las huellas de nuestro fundador, viviendo según los valores cívicos vividos y defendidos por él, como son: el orgullo de ser dominicano; la lucha por mantener la independencia de la República aunque cueste la vida, el servicio a la Patria con alma, vida y corazón, la actitud democrática, la defensa y el cumplimiento de la ley, y, el constante esfuerzo por la conquista del bien común.

Vivamos según los valores trascendentes del espíritu que motivaron a Duarte para darnos el legado de República Dominicana, tales como la fe en la Santísima Trinidad, modelo de comunión; el espíritu de superación; la libertad y el honor; la austeridad y el sacrificio; la honradez, la honestidad y la transparencia en el manejo de los asuntos públicos; la gratitud y el sentido de justicia; la humildad y capacidad de sufrimiento; y sobre todo, la perseverancia en los principios éticos y morales.

Hoy más que nunca se requiere de hombres y mujeres probos en las virtudes morales, con capacidad de sacrificio y de renuncia para sacar adelante la nación; para contrarrestar la vida fácil, fruto del dinero mal habido; para contrarrestar el narcotráfico, el hedonismo y los vicios en los que se encuentra inmersa nuestra sociedad.

Hoy más que nunca se requiere de la templanza y el heroísmo duartiano para construir la paz anhelada y erradicar el espíritu de violencia y de agresividad con que se manejan muchos dominicanos.

En este tiempo en el que se ha ido perdiendo en gran medida el respeto a lo ajeno, se requiere como nunca para el buen manejo del patrimonio familiar, empresarial, comunitario, y sobre todo, del patrimonio estatal, de la honradez, pulcritud y transparencia que tuvo el Padre de la Patria.

Siguiendo el espíritu de independencia nacional y el ideal de la Patria soñada por Duarte, se requiere que los hombres y mujeres, representantes del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a cuya responsabilidad le corresponde guiar los destinos de la nación, actúen con la suficiente voluntad política para defender el patrimonio nacional, especialmente los recursos naturales y el ecosistema, frente a inversionistas extranjeros o nacionales que atenten contra éste de manera indiscriminada y en perjuicio del bien común.

Se requiere también de los ideales de Duarte para actuar con la suficiente voluntad política y establecer un ordenamiento jurídico justo que regule el sistema de partidos políticos, y la política partidista deje de ser una empresa lucrativa de avivatos y se convierta en lo que verdaderamente debe ser, un servicio a la nación en procura del bien común.

Se requiere de la mística espiritual de Duarte, para actuar con la suficiente voluntad política y ordenar el sistema de seguridad ciudadana, limpiar de la corrupción y de la complicidad con el narcotráfico y la delincuencia, a nuestras fuerzas armadas y Policía Nacional; para formar a hombres y mujeres patrióticos que desempeñen esas funciones y para que el mismo Estado les garantice una remuneración justa y les asegure una vida digna para ellos y para sus hijos.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO: que mi resumen de los seis últimos temas del Mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), con motivo de la celebración del nacimiento de Juan Pablo Duarte lo transcribí literalmente del texto preparado con tal fin por el Secretariado General de la misma CED y que con estos seis temas concluyo esta entrega.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los veintiocho días del mes de febrero del año del Señor  dos mil trece (2013).

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas