República Dominicana frente a la OEA

El próximo lunes, la capital dominicana será sede de la Cuadragésimo Sexta Asamblea General Ordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA), un evento que reviste singular importancia para el país y los Estados miembros de este valioso&#8230

El próximo lunes, la capital dominicana será sede de la Cuadragésimo Sexta Asamblea General Ordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA), un evento que reviste singular importancia para el país y los Estados miembros de este valioso organismo de integración regional.

Esta Asamblea llega en un momento de importantes retos para la OEA, sobre todo en un escenario atizado por los intentos de aplicación de la Carta Democrática a la República Bolivariana de Venezuela, iniciativa que ha encontrado voces encontradas en torno a la viabilidad de este dispositivo sancionador contra naciones transgresoras de la institucionalidad democrática.

Para nuestro país, la Asamblea de la OEA representa una coyuntura especial, porque confirma su compromiso frente a los postulados que fundamentan la creación de esta entidad, y se compromete en la tarea de volverlo un ente garante de la convivencia pacífica y respeto a la soberanía de los pueblos de América.

La agenda de la Asamblea contempla dentro de sus temas centrales la gestión de la institucionalidad para el desarrollo sostenido de los países, con lo que República Dominicana se siente igualmente comprometida, porque ha sido pieza importante de la política exterior desarrollada por el gobierno presidido por Danilo Medina.

En el plano internacional, la gestión de gobierno del presidente Medina se ha enfocado en resaltar el interés que reviste para la región apuntalar el desarrollo de la institucionalidad democrática y la responsabilidad de afrontar de manera civilizada y mancomunada los grandes desafíos comunes del hemisferio.

En este contexto, la OEA está llamada a jugar el rol protagónico de erigirse en propulsora de ideas, debates y proyectos que permitan la unificación de sus Estados miembros frente a los retos que supone la expansión del mundo global y sus complejidades.

Para República Dominicana constituye un gran honor ser la sede de esta Asamblea de la OEA, por ser también una forma de reafirmar su voluntad firme de contribuir con el fortalecimiento institucional de este organismo, lo que igual se incluye en la nueva política exterior encaminada por nuestro gobierno.

Hago mías las expectativas expresadas por el canciller dominicano, Andrés Navarro, de que la gran oportunidad que tiene la OEA de fortalecerse y reafirmarse frente a los grandes retos que envuelven su misión fundamental “sólo podrán ser aprovechadas en su justa medida, si se logra adecuar a las demandas y necesidades de la región, como resultado de un proceso reflexivo y autocrítico, participativo y transparente, orientado estratégicamente a resultados”.

La Asamblea de la OEA encuentra al país en medio de un importante proceso de renovación institucional, donde el afianzamiento de las libertades públicas y el respeto a la dignidad humana son elementos esenciales de la Administración Pública tutelada por Danilo Medina.

La Iglesia católica ha mostrado reservas en torno a la conveniencia de celebrar en territorio dominicano esta Asamblea, partiendo de criterios vinculados a la postura de la OEA frente a temas de gran controversia, como el aborto y la libertad religiosa. Y es un derecho que le asiste.

Yo pienso que como país nos conviene aferrarnos a lo estipulado en el artículo 1 de la Carta de la OEA, que es lograr en sus Estados miembros “un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”.

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