Los países en vías de desarrollo como el nuestro tienen grandes tareas pendientes. Se habla de la educación y a ella se le dedican la mayoría de los reclamos, pero en materia de salud existe una brecha enorme a la hora de hablar de derechos constitucionales con lo cual se supone, y así lo reza nuestra Carta Magna, que “todos tenemos derecho a la atención en salud”.
Este derecho encierra grandes compromisos y su cumplimiento nos llevaría a mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos, la cual está seriamente deteriorada.
En los últimos años grandes inversiones en infraestructura han sido realizadas desde el Gobierno central; sin embargo, la falta de planificación y de un plan se pone en evidencia cuando vemos que aun no han podido ser puesto en operación fácilmente transformándose en elefantes insostenibles y de muy costosa operación.
Las nuevas autoridades se han comprometido en enfocar el gasto público en salud en medicina preventiva y de hacer operativa nuestra red de atención primaria.
Es lo sensato y lo que realmente podría modificar nuestros vergonzosos indicadores de salud.
Salud materna, infantil y enfrentar con estrategias dirigidas a educar a la población que necesita orientación y ayuda para mejorar sus estilos de vida. Estos, acoplados a una plataforma operativa efectiva y eficiente en los primeros niveles de atención, podrían ser las claves del momento para nuestro sistema público de salud.