El ron de José Chez Checo, 1

Puede decirse que el ron fue un producto de enorme preponderancia a todo lo largo del siglo XX, así como también en la primera década del siglo actual.

Puede decirse que el ron fue un producto de enorme preponderancia a todo lo largo del siglo XX, así como también en la primera década del siglo actual.Este tomo trata la historia del ron en las diversas etapas de la historia dominicana, en los aspectos de producción, comercialización, distribución y consumo… Indiscutiblemente, este segundo tomo es un aporte a la comprensión de la historia de la importante industria licorera, desde inicios del siglo XX hasta nuestros días… Permitirá a los lectores hacer un interesante recorrido histórico de los pormenores de una industria que ha contribuido al crecimiento y desarrollo de la economía y sociedad dominicanas. José Chez Checo.1

En esta serie de artículos abordaré libros publicados por colegas dominicanos y extranjeros. Durante varias semanas estuvimos hablando sobre el libro de Reina Rosario. Hoy iniciamos con el libro “El Ron en la historia dominicana. Tomo II. Siglos XX y XXI”, autoría de mi amigo-hermano-primo y colega, José Chez Checo.

El primer tomo de esta singular historia fue publicada en el año 1988. Recuerdo que fui a su puesta en circulación. En ese momento no éramos tan cercanos. Me alegré de compartir su alegría y emoción. Pasaron más de 25 años para que el segundo tomo se materializase. Y esta nueva obra logró ver la luz gracias a la voluntad férrea del hermano Chez.

El libro hace un recorrido histórico del ron en la historia económica y social del país. El capítulo I abarca los primeros 16 años del siglo, y culmina en el momento de la Ocupación Norteamericana. Afirma el autor que para entender el proceso de producción, el consumo y la comercialización del ron en los albores del siglo XX es necesario analizar las grandes inversiones hechas por el capital norteamericano, “bajo el amparo del control geopolítico que ejercían los Estados Unidos en el Caribe, principalmente después de la Guerra Hispanoamericana de 1898”.2 Una de las principales inversiones la realzó la South Puerto Rico Sugar Company en 1910, que compró unas 127,000 tareas en La Romana para sembrar caña de azúcar. Se destaca también entre los inversionistas William L. Bass, considerado como el pionero de la modernización tecnológica de los ingenios.

Chez asume como suya la posición de Bruce Calder en el sentido de que la expansión de la industria azucarera colocó al país en una posición de dependencia de los mercados internacionales, y por tanto provocó el aumento de la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos.

De inmediato, comienza a hablar de las concesiones y comercialización del ron, la bebida “espirituosa o aguardiente” que se obtiene por la fermentación alcohólica o destilación que se obtiene de las melazas de la fabricación del azúcar de caña. Durante los primeros años del siglo XX el ron que se fabricaba estaba destinado al consumo local, a diferencia de Cuba y Puerto Rico que exportaban al mercado norteamericano.

El Gobierno dominicano otorgó diferentes concesiones a empresarios locales que deseaban invertir en la industria del ron. Se pueden citar nombres conocidos como el de Pedro Carrión, en San Pedro de Macorís. Otro de los beneficiarios fue Pablo Díaz quien recibió exoneración fiscal para importar etiquetas, botellas y sacos de anís en grano. El señor Jacas, por ejemplo, recibió una concesión para perfeccionar la industria a través de la importación de botellas de mejor calidad y cajas más fuertes para los envases del ron. Un elemento interesante es que al señor Jacas le fue concedida también patentes de invención para el mejoramiento de los envases, etiquetas, cápsulas y alumbrado que se empleaban en las fábricas de licores. Jacas era el propietario de la industria Jacas, dueña de la marca Old Rhum y Refinado Corriente.

Como ha ocurrido siempre en la historia de este país, el Gobierno, cualquiera que fuera, necesitado siempre de dinero producto de su política clientelar, veía en los negocios con futuro una fuente de ingresos a través de los impuestos. Eso ocurrió con el ron, tal y como lo explica el amigo José Chez en su libro. El 30 de noviembre del año 1904 fue aprobada la Ley de Alcoholes que fijaba los impuestos para la industria licorera, tal y como lo establece el artículo 1:
“Desde la publicación de la presente ley, todo el que tuviere aguardiente, ron, alcohol o cualquier clase de bebidas alcohólicas en depósito, y el que en lo sucesivo los produjere, introdujere o expediere en el país, está obligado a pagar al fisco conforme a la siguiente tarifa y sin perjuicio del impuesto que fija el arancel.” 3

La ley en cuestión facultaba a los administradores y subdelegados de Hacienda a ser agentes fiscales legalmente autorizados. Los impuestos debían ser pagados por las bebidas que se importaban debían ser liquidados en planillas especiales. Además establecía que Hacienda debía llevar un libro de declaraciones y verificaciones, que se trasladaba al lugar donde estaban los alambiques o depósitos, y después de verificar o revisar o revisar minuciosamente levantaba el acta en el libro. Si se produjesen denuncias o sospechas de depósitos o alambiques ocultos o no declarados, se procedía al allanamiento y al pago compulsivo con una multa.

Las reacciones a la ley no se hicieron esperar. Algunos periódicos de la época, como fue el caso del Eco del Cibao, se opusieron a los impuestos, pues aseguraban que tendría consecuencias funestas para la industria. El gobierno no le hizo caso a las protestas. Las recaudaciones eran muy sustanciosas para eliminarla.

En el año 1907, durante la administración de Ramón Cáceres, se promulgó una nueva Ley de Alcoholes. En esta nueva legislación se establecía que la tributación especial del alcohol en todas sus formas sería de una sola cuota, en la que se refundían los impuestos por fabricación y consumo para la producción nacional y de importación y consumo para la extranjera.

El capítulo contiene una serie de anuncios que reflejan la gran cantidad de empresas que existían, he aquí algunas: Jacas & Co., Ro de los Ingenios Italia y Central Ocoa-JB Vicini; Ron Macorís de Juan T, Mejía; Licorería A. Bonnelly, Destilería de Jesús Martínez; Ron de Ingenio Santa Fe; El Gallo de Oro de Manuel A. Tavárez; Bermúdez Hermanos; Ron Viejo Superior de Arístides Bonnelly; Ron y Aguardiente de Rafael T. Hernández; Gran Destilería de Hijos de Beltrán; Ron Jorge; Ron Nacionalista, entre otros más.

El espacio se agotó. En la próxima entrega hablaremos del ron durante la ocupación norteamericana.

FUENTES CITADAS
1. José Chez Checo, El Ron en la Historia Dominicana. Tomo II
siglos XX y XXI, Santo Domingo, Editora Búho, 2014.
2. Ibídem, p. 19
3. Ibídem, p. 30

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