Salarios de miseria

El presidente Danilo Medina declaró recientemente “que en un país cuya vida se ha encarecido, los que tienen la posibilidad de emplear personas, tienen que hacer conciencia de que con gente trabajando en condiciones miserables, un país no avanza”.&

El presidente Danilo Medina declaró recientemente “que en un país cuya vida se ha encarecido, los que tienen la posibilidad de emplear personas, tienen que hacer conciencia de que con gente trabajando en condiciones miserables, un país no avanza”. Es un hecho indiscutible que el país se ha encarecido, pero no debemos olvidar que la generación de empleos formales en el sector privado es cada vez más difícil, por la carga que implican, entre otros factores. Ante este panorama deberíamos concentrarnos en analizar las  razones que hacen que este país sea tan caro y cuáles son los factores que inciden en la composición salarial.

El costo de la vida ha crecido de una forma que ningún salario mínimo puede seguirle el rastro. Uno de los factores que más encarece el costo de la vida es la corrupción, porque detrás de cada gasto o inversión pública hay sobreprecios y pérdidas de dinero por malas decisiones sin consecuencias; lo que hace que la práctica de negocios en nuestro país solo fluya al ritmo esperado, lubricada de corrupción. Lo peor es que todas las reformas que hemos hecho para transformar el Estado, mejorar la democracia y avanzar institucionalmente, se han quedado en el papel, generando mayores costos fijos y haciendo crecer significativamente el tamaño del Estado, sin que las mismas hayan servido para eliminar las malas prácticas de corrupción, clientelismo y politización de las decisiones.

Hemos logrado que las recaudaciones impositivas crezcan en el país, pero hemos sido incapaces de aplicar la ley de manera equitativa, generando no solo competencias desleales sino una zona de amplio confort: la informalidad.

Tampoco hemos avanzado en las contraprestaciones que los contribuyentes deben recibir a cambio de los impuestos que pagan, pues cada vez son menos quienes se benefician de los servicios públicos, porque todo aquel que puede  paga para recibirlos de manos privadas.

Los salarios en este país no son mayores no porque los empresarios quieran ser miserables, sino porque los mismos no solo representan su valor nominal, sino el enorme peso de la carga que conllevan y porque los sectores económicos que más empleos generan industria, turismo y zonas francas, están sujetos a una aguerrida competencia internacional.

Para hablar de salarios y costo de la vida hay que poner sobre la mesa muchas verdades: corrupción, altos márgenes de intermediación, deficiente y costoso servicio eléctrico, bajos niveles educativos, carga laboral, carga tributaria, sobrevaluación del peso, prácticas monopólicas que impactan en los costos y calidad del transporte, inestabilidad de las reglas, entre otras.

Tenemos los salarios que tenemos, no porque  no se quiera  pagar salarios mejores, sino porque el sistema que se ha promovido ha provocado una economía cada vez más cara y unos salarios frenados por el lastre que conllevan.

De lo que deberíamos estar preocupados no es solamente de cómo mejorar los salarios sino de cómo solventarlos y cómo enfrentar el alto desempleo y la inmensa informalidad. Si realmente queremos avanzar ataquemos las causas del problema, no lo agravemos más buscando culpabilidades donde no las hay.

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