Sin duda la República Dominicana ha experimentado en los últimos años ciertos avances en materia de protección al consumidor, tanto por el marco legal vigente como por el trabajo y la fiscalización de Pro Consumidor y otras instituciones vinculadas con el tema (como el Indotel para los casos que involucran telefónicas).
No obstante, a pesar de una labor estatal y una regulación eficiente, sigue sin ser prioridad para el comercio y el sector empresarial en general la buena práctica en lo relativo al servicio al cliente y el entrenamiento efectivo del personal que debe ocuparse de ello, lo que sin duda causa un perjuicio a los consumidores.
Tan sólo la semana pasada pude palpar de primera mano la negligencia, dejadez y penoso servicio al cliente de dos empresas privadas establecidas en el país y muy reconocidas en sus respectivos sectores, y en ambos casos, además de un trato inadecuado por parte de quienes daban atención inicial, hubo un sorprendente elemento en común: los gerentes o ejecutivos con poder de tomar ciertas decisiones se negaban a dar la cara a la clientela que quería presentar sus quejas, dejando a estos clientes doblemente irritados por el maltrato y la impotencia.
En mi situación en particular que debido a mi oficio tengo cierta influencia en las redes sociales, pude expresar mis denuncias utilizando herramientas como el Instagram y el Twitter y, debido al negativo impacto publicitario que ello puede causar, inmediatamente recibí la respuesta que buscaba y que me habían negado cuando antes de esa medida simplemente llamé a las empresas en cuestión pidiendo hablar con algún gerente y nadie atendió mi solicitud.
Sin embargo, esto no debería ser la regla en una sociedad que se reputa civilizada, puesto que todos aquellos clientes que no tengan mecanismos para la difusión pública de sus quejas quedan completamente maniatados y desprotegidos ante el mal servicio.
Y lamentablemente los ejemplos citados no son casos aislados, sino que constituyen evidencias de un mal hábito que se hace cada vez más frecuente.
Por ello, en una época en que muchas empresas enarbolan conceptos como la “responsabilidad social”, es imprescindible que se reestructure la forma de pensar del sector para que sus actores entiendan que su responsabilidad primaria es con su clientela, causa eficiente de la existencia misma de establecimientos comerciales y, siendo paradójicamente la pieza principal del sistema, muchas veces en la práctica es la más ignorada.