En la situación actual, con un déficit fiscal histórico cuyo monto nadie ha sabido precisar, pero que ha servido de pretexto para imponerle a la población, ya saturada de impuestos, otra pesada carga tributaria, la Cámara de Diputados le asignó a cada uno de sus 190 miembros, un bono navideño del orden de los 483 mil pesos, en adición a sus otros privilegios y al salario correspondiente a la regalía pascual, según reseñas de prensa. Y aún con todo esto, se anunció que el presidente Danilo Medina decidió enviarle a cada uno de ellos 200 canastas para ayudarles en sus tareas de proselitismo. Estamos pues ante otra afrenta al buen sentido y a la pretendida austeridad de la que tanto se habla pero nadie ve por ningún lado. Otra deplorable manifestación de la política clientelar que tanto daño le ha hecho a la República.
Cuando cosas como esas ocurren no se pueden alentar esperanzas. Al darse en momentos en que las empresas advierten sobre recortes en sus gastos con la eliminación de puestos de trabajo, y organismos internacionales como la CEPAL certifican el crecimiento de la pobreza en nuestro país y se le imponen rigurosas restricciones a la sociedad, un profundo sentimiento de frustración se adueña de la gente.
Los privilegiados del poder continúan sirviéndose con la cuchara grande, sin tomar en cuenta la realidad nacional y las diarias expresiones de protestas de importantes sectores sociales, que claman por un adecentamiento de la vida pública y enérgicas acciones contra la corrupción y la nefasta impunidad que la protege. No se compadece ese uso tan alegre de recursos públicos con la consigna presidencial de “apretarse los cinturones” y su ferviente llamado a la austeridad.
La gente impotente ante esos atropellos a la sensatez sólo logra decir: “sigan, sigan, honorables señores…, hasta un día”, que tal vez no esté tan lejos. l
