El Síndrome del Nido Vacío

“Me he quedado sola, ahora qué voy a hacer”, gritaba Josefina de regreso a casa luego de la boda de su hijo Ricardo. Su sobrina la hizo entrar en razón, cuando le dijo: “Él no se ha muerto, solo se casó y cambió de casa”. En…

“Me he quedado sola, ahora qué voy a hacer”, gritaba Josefina de regreso a casa luego de la boda de su hijo Ricardo. Su sobrina la hizo entrar en razón, cuando le dijo: “Él no se ha muerto, solo se casó y cambió de casa”.

En ese momento, nada de eso importaba. Lo único que Josefina sabía era que estuvo allí cuando comenzó a balbucear sus primeras palabras, cuando dio sus primeros pasos, al graduarse de “Ya sé leer”, su primera caída, su primer amor…y ahora, le tocaba dejarlo ir. ¿Cómo hacerlo? ¿Y ahora qué pasará?

Los especialistas llaman a esto el “Síndrome del Nido Vacío” y se da cuando los hijos se van de la casa y los padres se encuentran nuevamente solos. Esta difícil tarea de desapegarse no sólo afecta a los progenitores, muchas veces el camino es más doloroso para los que parten.

Hay varias razones  que desencadenan este síndrome entre ellas: el casamiento del hijo, su emancipación del hogar o su partida a  realizar  los estudios universitarios. Los padres se encuentran en un constante proceso de adaptación a cada una de las etapas evolutivas de sus hijos, y con frecuencia se cuestionan si los están cuidando y educando correctamente.

El  Síndrome del  Nido Vacío genera en los padres un conjunto de sentimientos de carácter negativo (tristeza, vacío, soledad, melancolía, ansiedad o irritabilidad), siendo el  sentimiento de soledad el  que más afecta, y puede aparecer ante la ausencia de uno o varios de sus hijos. En algunos casos, las manifestaciones de este síndrome pueden ser más acusadas debido a la sensación de una mayor ruptura emocional o a la pérdida de influencia sobre los descendientes. Este es el caso en el que los hijos se marchan de casa para formar otra familia, casándose, o simplemente yéndose a vivir junto a su pareja.

El neuropsicólogo Alejandro Antunez, de Neuro Training, refiere que en el caso de la población dominicana, el desapego se hace más difícil porque en el proceso de la adolescencia, en especial al terminar el bachillerato, los jóvenes no han alcanzado la madurez  suficiente para tomar decisiones ni han llegado a afianzar su personalidad y emociones, cuando debería ser lo contrario. 

“Ese es uno de los motivos por lo que los padres mantienen el apego, temen que los chicos no sepan tomar decisiones y por eso les da miedo que se vayan fuera, que lleguen al ámbito universitario”.

Estos casos suelen complicarse cuando se trata de hijos únicos o familias monoparentales, en especial cuando la madre es la criadora, porque la partida se convierte en una pérdida y viven un duelo real. “A veces los mismos hijos crean esa dependencia porque siguen dependiendo de esos padres, en lo económico, en la toma de decisiones, incluso hasta aprobando los noviazgos”, refiere el galeno.

De acuerdo con Antunez, la separación más fácil de manejar es el casamiento, puesto que es un paso positivo, en el que los padres se ven realizados.  Sin embargo, no pasa lo mismo con las partidas por motivos de estudio, donde los tutores ya no tienen acceso a maestros, notas o supervisión directa. En el caso de los hijos, muchas veces eso les crea ansiedad, los inhibe y en varios casos, se autosabotean la entrada por temor a estar lejos.

Como padres ¿cómo manejarlo?

Lo ideal para los padres es adelantarse a los acontecimientos, trabajar desde temprano la independencia y confianza en los hijos a fin de que cuando les toque irse, no existan temores de ninguna de las partes.

Es bueno que ya que han crecido, los padres comiencen a crear círculos de amigos o actividades externas (cursos, deportes, celebraciones, viajes, etc.), que desarrollen a la par con los familiares, de esta forma, cuando llegue la partida, no se encontrarán en un vacío.

Entender que es un proceso natural, que es inevitable, que en vez de una pérdida para el padre es el final de una responsabilidad que tenía y comienza otra etapa. Antunez la llama “etapa de generatividad”, donde los padres se convierten en generadores de ayuda, consejos y experiencias.

Es el momento de que todos los “sí” que durante años se convirtieron en “no”, ahora encuentren su espacio. Casados o no, aquellos sueños y metas que postergaste aún pueden cumplirse, es una oportunidad para replanteártelos.

¿Y cómo hijos?

En el caso de los hijos, el proceso de independencia tiene que formar parte de un proyecto de vida, con unos pasos, metas y estrategias de cómo lo va a alcanzar y que no significa una ruptura con los padres, sino un nuevo nivel de confianza y madurez.

Si eres muy dependiente y eso lleva conflictos a tu matrimonio, el especialista recomienda que se debe cortar radicalmente el vínculo de comunicación y seguimiento familiar. Es decir, cuando vayas a visitarlos que siempre sea en familia y no por largo tiempo, puesto que si no sabes manejarlo es lo mejor.

Además, limitar la información que los padres tienen sobre los problemas y proyectos de tu relación.

Saber
Los sentimientos de tristeza cuando los hijos se van de la casa son normales, y deben entenderse como un proceso de duelo que se superará con el tiempo.

Consejo
Se recomienda ocupar el tiempo que antes se dedicaba a los hijos en actividades que resulten agradables como deporte, clases de baile o desarrollo personal.

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