La tarde de ayer nos sorprendió con el fallecimiento de la destacada luchadora social Sonia Pierre, una domínico-haitiana que dedicó su vida a defender los derechos de las mujeres trabajadoras del batey y posteriormente de los trabajadores de origen haitiano en todos los rincones del país.
Su lucha la llevó a los más variados escenarios, incluso Washington, capital de los Estados Unidos. Entre sus galardones como batalladora está el premio de Amnistía Internacional, versión 2003; el premio Robert Kennedy, en 2006; en el 2010 fue reconocida con el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje; entre otros.
Pierre logró salir del círculo de la marginalidad, la pobreza material y espiritual, se educó pese a las limitaciones en que vivía en un batey de Villa Altagracia, y tuvo la oportunidad de licenciarse en trabajo social en la Universidad de La Habana, Cuba, para retornar al país y dedicarse a fondo a la defensa de los derechos de los trabajadores de origen común.
Su trabajo social y sus campañas de denuncias eran fuentes de polémicas, especialmente cuando trascendían las fronteras nacionales. Es verdad que muchas de las realidades que exponía contenían algunos signos de exageración, lo que era reprochado con acritud.
Luchadora incansable, firme, tenaz, despertaba pasión, muchos sentimientos encontrados, que algunos dominicanos igual exageraban. Sentimientos encontrados muy propios de la realidad que le tocó vivir.
Ella era víctima de sí misma, de las pasiones, en la defensa de su propia nacionalidad dominicana. Y esos estados pasionales conducían a excesos penosos.
Esas circunstancias hicieron que no fuera estimada en los términos en que fue reconocida en el exterior. Pero la realidad es que Sonia Pierre fue un ejemplo de superación personal.
Una recia trabajadora social, una defensora de una causa humana justa.
elCaribe reconoce la lucha, valora el sacrificio y el padecimiento de Sonia Pierre y acompaña a sus parientes y a la comunidad domínico-haitiana en su dolor.
Paz a sus restos.
