Still Alice

Acción desde el primer minuto con una escena de alegría familiar. Sin perder tiempo, va desarrollando cada secuencia con algún detalle en que el personaje central muestra indicios del mal de Alzheimer. Puntos en los que hay que estar atentos porque&#82

Acción desde el primer minuto con una escena de alegría familiar. Sin perder tiempo, va desarrollando cada secuencia con algún detalle en que el personaje central muestra indicios del mal de Alzheimer. Puntos en los que hay que estar atentos porque a medidas que se desarrolla el filme es que vamos viendo cómo avanza la enfermedad hasta dejar completamente inútil a quien la padece.

Podría desmotivar para verla, pero no, lo cierto es que el filme es tan digno en su planteamiento, que muestra la lucha de la protagonista para demorar síntomas y dificultades que va expandiendo el mal, y ella no se deja rendir fácilmente. De esa manera vemos como lucha con creatividad, valiéndose de cualquier mecanismo que pueda ayudarla en su vía crucis, aunque sepa que su fin es inevitable, pero busca la forma de que no sea del todo una tragedia para ella y su familia, tratando de intervenir su propio destino. La historia muestra cómo el ser humano es capaz de reinventarse ante feroces infortunios. Y hay que ver el show de actuación que da Julianne Moore con un formidable performance (por el que le dieron el Oscar a mejor actriz).

El recurso narrativo para construir el filme ya lo hemos visto anteriormente, por ejemplo con Memento. Pero aquí es de mayor impacto emocional y la belleza que le imprime la actriz con su carisma, su despliegue de gestos, voz, cambio físico, expresividad de las manos y la forma de mirar: primero de una catedrática muy avispada a un ser completamente ido. Un guión de narrativa sutil y bucólica que adquiere gracia en el marasmo y nos brinda un final épico.

La dirección logra pulcra armonía sobre todo en momentos de silencio que es donde mejor están las actuaciones, mostrando el contexto de acciones y personajes en trances, y dejando a cada intérprete su respectivo espacio. El filme es lineal y predecible y hasta puede que algo frívolo, pero es innegable que es el ideal de maniobra narrativa adecuada para comunicar un asunto tan brutal como lo es el Alzheimer. Pero el final sobre todo, esa escena concluyente con una palabra que nos evoca al filme “Amour” que también usa el Alzheimer para su trama es divina, aunque ambos filmes presenten dinámico contraste sobre el amor.

HHHH Dirección y guión: Richard Glatzer y Wash Westmoreland. Drama. Duración: 110 minutos.

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