Santiago. Las familias desplazadas por los hundimientos de tierra con las recientes lluvias comienzan a vivir momentos de incertidumbre.Desde el pasado domingo, los ajuares permanecen tirados en plena calle, mientas los afectados por el desplome de ocho casas y las grietas que presentan otras 21 en el Ensanche la Rotonda, duermen donde la noche les sorprenda, con colchones tirados en plena vía o en las galerías de los vecinos, cuyas viviendas aún siguen en pie.
Matilda Pichardo, residente en la barriada ubicada al norte de Santiago, vio perder lo poco que tenía en la casa donde se había mudado recientemente en condición de inquilina.
Junto a una de sus hijas, solo se la pasa llorando, pues no sabe a quien acudir, ya que ninguna autoridad se había presentado hasta la tarde del miércoles en el lugar, pese a la promesa del gobierno central y de la alcaldía de que irían en su auxilio.
Tan solo algunos integrantes de la defensa Civil permanecen apostados en el lugar. “Lo que estamos pasando es una verdadera tragedia, sin ni siquiera un lugar donde quedarnos para pasar la noche”, expresa Pichardo, al hablar con reporteros de elCaribe.
El pastor cristiano Orlando Ortega, propietario una vivienda que comienza a agrietarse, teme que pueda ocurrir una tragedia mayor en caso de que se produzcan nuevas lluvias.
En el segundo nivel de la vivienda del religioso opera la iglesia evangélica Vida Nueva, donde duermen algunas personas en el piso o en viejos colchones prestados por amigos. La situación afecta por igual a adultos y a niños, que no tienen otros logares para vivir.
