Tiempo de estudios y profesorado en la universidad dominicana

Cuando se analiza el sistema educativo dominicano con objetividad se descubren  similitudes en varios de los problemas medulares que caracterizan tanto a la educación básica, como a la secundaria y a la superior. De ahí que no deba sorprender que en l

Cuando se analiza el sistema educativo dominicano con objetividad se descubren  similitudes en varios de los problemas medulares que caracterizan tanto a la educación básica, como a la secundaria y a la superior. De ahí que no deba sorprender que en las evaluaciones y en los rankings internacionales todos estos niveles salgan mal posicionados.

Cuando se analizan las debilidades del sistema educativo a nivel básico y secundario y a lo que se debe hacer para superarlas, se resalta  la necesidad de contar con un profesorado que dedique su tiempo a una sola escuela y a un solo grupo de estudiantes.

El hecho de que  un gran número de profesores de estos niveles tengan que  trabajar, para sobrevivir económicamente, en dos y tres tandas es percibido, con razón, como un factor negativo para el logro de una educación de calidad.

La superación de esta debilidad constituye un elemento central de las políticas de los diferentes planes de mejora educativa que se han planteado en los últimos 20 años.

Pero, a nivel universitario, ¿es diferente la situación? Cerca de un 90% de los profesores que imparten docencia en las universidades dominicanas lo hacen bajo la categoría de profesores por hora.

Es decir, que su compromiso se reduce, por lo general, a  impartir algunas horas de clases, compartiendo ese compromiso con un trabajo a tiempo completo en su área profesional o teniendo que trabajar, para poder alcanzar un nivel de ingreso que le permita cumplir con sus compromisos familiares, en dos y tres universidades, creándose, para estos profesores, una situación similar a la que describimos para los profesores que enseñan en dos y tres tantas, en el nivel primario y secundario.

Sólo dos o tres universidades tienen un porcentaje de profesores dedicados a su trabajo universitario a tiempo completo superior al 20%, no llegando, ninguna de las grandes universidades, a tener un 50% de su planta profesoral dedicada a tiempo completo a la enseñanza y/o la investigación. Cuando se compara esta situación con los sistemas de educación superior de calidad a nivel internacional se constata que éstos se caracterizan por tener un cuerpo de profesores a tiempo completo superior al 50%.

Otra similitud relevante que se ha ido acentuando en los últimos años, es la tendencia a la nocturnización de los estudios, tanto a nivel superior como a nivel secundario.

La necesidad de ofrecer programas en horarios nocturnos para hacer accesible los estudios a personas que trabajan es algo positivo en todo sistema educativo que desee ampliar su cobertura y ofrecer oportunidades educativas a todos los sectores.

Sin embargo, cuando esto se hace debilitando el sistema diurno que debe ofrecer a los jóvenes la oportunidad de dedicarse a tiempo completo a su formación profesional y humana, la calidad general del sistema educativo disminuye.

Para la gran mayoría de los jóvenes la universidad debe ofrecer, no sólo las horas de clases previstas en el currículo de la carrera sino el ambiente y el tiempo necesario para que puedan aprovechar la biblioteca, el trabajo colaborativo con sus colegas estudiantes y un ambiente  enriquecedor desde el punto de vista intelectual y humano.

Lo que se ha observado en el sistema educativo dominicano con este fenómeno de la nocturnización es que el mismo ha llevado a una reducción considerable del tiempo dedicado a los estudios.

A nivel universitario, a pesar de que cada vez más, en un número mayor de carreras, la oferta educativa se ha ido concentrando en el horario de 5 a 10 de la noche, y se ha reducido el tiempo de uso de la biblioteca y el tiempo de trabajo colaborativo entre los estudiantes, sin embargo el tiempo requerido para graduarse ha permanecido inalterado.

Dedicamos menos tiempo a los estudios, pero seguimos ofreciendo programas que suponen la dedicación a tiempo completo de nuestros estudiantes y profesores. Esto se refleja, inevitablemente, en la baja calidad de la educación que se ofrece.

El tema de la calidad del profesorado junto al del tiempo dedicado a los estudios, son temas transversales que afectan la calidad de la educación desde el nivel inicial hasta el nivel universitario. Ambos temas ameritan un debate más amplio si el país desea iniciar una reforma educativa profunda que conduzca al desarrollo del sistema educativo que nuestros niños, niñas y jóvenes merecen.
El autor es educador

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