“no hay miedo capaz de derrotar al hambre, ni paciencia que pueda soportarla. Cuando llega el hambre se acaba la repugnancia y en lo que se refiere a la superstición, fe y lo que ustedes llaman principios, pesan menos que una hoja arrastrada por el viento”.
El pasaje del clásico “En el corazón de las tinieblas” aplica al fondo del problema de la corrupción policial. Ni la reciente y muy vergonzosa separación de veinte miembros, ni más depuraciones del actual o futuros jefes, despejarán a la policía de sus tinieblas.
Sólo con una reforma profunda que la transforme en órgano civil, técnico, profesional y laboralmente digno, se desestimulará “la búsqueda” por sobrevivir que alía a tantos policías con la inmundicia.
Claudia Fernández Lerebours
[email protected]
Periodista
