El trabajo del director de prensa de un político muy conocido por su forma de hablar, se torna difícil, en especial, cuando su jefe se vive equivocando. En la campaña pasada, más de una vez, ese director andaba detrás de los periodistas rogando para que no se publique tal cual lo que había dicho su hombre. Algunos mordían el anzuelo manipulador. Funcionaba entre quienes compartían identidades. Otros periodistas y medios obviamente lo rechazaban. De nuevo, ese director de prensa vuelve por sus fueros, desmintiendo o explicando lo que quiso decir su jefe. Tarea demasiado difícil. Eso de ir recogiendo las palabras durante largas jornadas no sólo resulta agotador, sino ingrato. Se termina peleando con los “colegas” y dañando reputaciones.
Un trabajo difícil
El trabajo del director de prensa de un político muy conocido por su forma de hablar, se torna difícil, en especial, cuando su jefe se vive equivocando. En la campaña pasada, más de una vez, ese director andaba detrás de los periodistas rogandoR