Estoy averiguando qué tipo de dificultad tuvo con las autoridades policiales el alcalde de San Cristóbal, Raúl Mondesí, apodado El Búfalo entre los suyos.
Según informes preliminares que he recibido, el ex beisbolista metido a político tuvo lo que se llama un “pinche” con un coronel de la institución del orden público, reconocido como un oficial cordial y respetuoso.
De ahí, que intrigue saber qué pasó, ya que con Mondesí, de acuerdo a lo que he sabido, se llegó al extremo de “mandarlo a trancar” y me dicen que fue necesaria la intervención nada más y nada menos que del poderoso Jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares del Presidente de la República, el circunspecto mayor general Héctor Belisario Medina y Medina para que fuera liberado.
Relacionados a El Búfalo afirman que fue necesario apelar al coronel Marzán, ayudante personal de Lali, para conseguir que el ex toletero de Grandes Ligas pudiera salir del embrollo en que se metió aunque, de acuerdo a los datos que me han llegado, “el asunto parece que seguirá”, sobre todo por las impublicables palabras empleadas por el alcalde de la benémerita para dirigirse al coronel, cuyo nombre me reservo para una otra entrega. Ya veremos qué pasa…!
Con champaña
El importante ministro, desde antes de ocupar el cargo, es comensal habitué del restaurante de comida italiana del malecón y siempre ha tenido la champaña entre sus bebidas favoritas. Pero ahora que es ministro, y responsable de áreas y asuntos cuyo manejo es sensitivo para gran parte de la población, tiene que ser cuidadoso.
Ya anda por ahí la versión de que cada fin de semana, el funcionario celebra con champaña después que firma resoluciones que afectan el presupuesto familiar, y las bocinas que han tirado la especie aseguran que el ministro, para “botar” el golpe y liberar el estrés, hace sus celebraciones en el conocido establecimiento con el respaldo del sonido de las olas del mar Caribe.
La pasada semana, tras la mesa que ocupaba estaban ex militares ahora metidos a políticos y algunos colegas de esos que andan de fisgones por doquier y escuchaban clarito todo cuanto hablaba el ministro. Señores, hay que cuidarse, hay que cuidarse…
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