Una nota sobre ética y legalidad

La ética y la legalidad no necesariamente van juntas. Incluso pueden ir totalmente opuestas. Si suponemos virtuoso, como afirma Kant “a quien se recrea con la conciencia de sus acciones conformes al deber”  (Crítica de la razón práctica:…

La ética y la legalidad no necesariamente van juntas. Incluso pueden ir totalmente opuestas. Si suponemos virtuoso, como afirma Kant “a quien se recrea con la conciencia de sus acciones conformes al deber”  (Crítica de la razón práctica: 131), habría que empezar por determinar el significado exacto de la palabra “deber”.

“Deber” en función de quién o de qué, lo que implicaría una infinidad de posibilidades.
De ahí que, parafraseando a Ludwig Wittgenstein en su “Conferencia sobre Ética”, diríamos que ésta tendrá mucho que ver con el lenguaje y los significados que le asigna el hablante. “Lo bueno”, en torno a lo cual gira la ética, tendrá significados distintos en relación al objetivo buscado por quien habla.

Es decir, no tendrá el mismo significado la palabra “bueno” en escenarios y con hablantes distintos. Por ejemplo, si decimos “es un buen jugador de baloncesto”, seguro implica que posee habilidades para este juego que le hacen sobresalir entre sus iguales, pero este mismo jugador podría ser un mal esposo, un mal hijo, un mal padre e infinitas posibilidades más.

Ahora, si decimos que alguien: “ha hecho una buena acción”, este bien podría accionar mal después e incluso pudo haberlo hecho antes, el jugador de baloncesto podrá ser deportivamente bueno siempre. O, más amplio aún: si expresamos que alguien “es un buen ciudadano”, evidentemente el término implica acatamiento de sus deberes y exigencia de sus derechos de forma permanente.

Además, lo que es “bueno” para alguien, podría ser “malo” para otro.
Wittgenstein, afirma que “un característico mal uso de nuestro lenguaje subyace en todas las expresiones éticas y religiosas”. Para concluir que la ética es una lucha contra “los límites del lenguaje” y que aunque “no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento”, no es menos cierto que “surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso…”.

Entonces, volviendo al tema de la “legalidad”, entre las múltiples posibilidades –en función de la ética- quiero anotar sólo una, veamos: el término supone un instrumento creado al efecto con el fin de buscar el bien social o común, pero este podría sustraerse a sus fines teóricos y llegar a un resultado dentro del marco de la legalidad, pero que discrepe de los “valores” que deben justificarle. 

Es decir, la decisión tomada por el órgano podría cumplir con unos plazos y formas previamente establecidos, conforme a la validez normativa, pero bien podrían esos actores ponerse “de acuerdo” para actuar conforme a intereses particulares o grupales. Razón por la cual concluyo preguntando, sin entrar en la similar discusión entre lo legal y lo justo: ¿sería esto éticamente correcto? l

Acuerdo
 La decisión tomada por el órgano podría cumplir con unos plazos y formas previamente establecidos, conforme a la validez normativa, pero bien podrían esos actores ponerse “de acuerdo” para actuar conforme a intereses particulares o grupales”

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