Una nota sobre la justicia (I)

Nietzsche decía que los conceptos tienen historia o definición. Narrar la historia de la justicia o procurar definirla son batallas destinadas a perderse, pues será difícil arribar a un consenso, aún para el más hábil argumentador.

Nietzsche decía que los conceptos tienen historia o definición. Narrar la historia de la justicia o procurar definirla son batallas destinadas a perderse, pues será difícil arribar a un consenso, aún para el más hábil argumentador.

Necesariamente, se harían preguntas de no tan claras respuestas, tales como: ¿Cuáles fueron los procesos sociales y políticos que determinaron el nacimiento y expansión del término? ¿Bajo cuáles parámetros se fijaron los valores sobre los que descansa? ¿Los componentes políticos, sociales y económicos, tanto de las sociedades, como de los individuos, influirán en la cosmovisión que tengamos sobre la “justicia”? ¿Somos iguales frente a la “justicia”? ¿Cómo se determina esta igualdad? Será, acaso, “igualdad, para los iguales”. Es decir, somos iguales, pero “algunos son más iguales que otros” (1984). Además, la “justicia” debe ser valorada solo en su exterioridad, en relación al tratamiento entre los hombres, o debe ser más importantes los imperativos de valores en la conciencia del ser humano, de no fácil concreción.

Sobre la justicia, como sobre “el derecho”, existe una gran cantidad de libros que abordan el tema, más no lo concretizan o, por lo menos, no consensuan el término. Resulta muy atractiva la frase de que la justicia procura “dar a cada cual lo suyo”, pero surgen muchas preguntas: ¿Cómo consigues “lo tuyo” con la anuencia de todos? ¿Quién o quienes tendrán la autoridad, y la fuerza, de ser necesaria, para “devolvértelo”?

Y si pensamos en “la justicia” dentro de los procesos de globalización, ahí es que la cosa empeora. Pues, al igual que la justicia, “la globalización” no tiene un claro punto de partida, ni ha sido homogénea en su implementación. Para muchos, un punto importante en el camino histórico de la globalización sucedió a fines del siglo XV, con el descubrimiento, conquista y colonización de América; para otros, lo fue la caída del Muro de Berlín en el año de 1989 y el posterior desmembramiento de la URSS. Luego, tocaría abordar estadísticamente en qué medida los flujos migratorios, económicos, comerciales y tecnológicos han afectado, fortalecido o debilitado al sistema de justicia, lo cual no tendría “una” respuesta, sino múltiples interpretaciones.

¿Qué es la justicia? Es una pregunta eterna para la humanidad. En torno a la cual se ha derramado mucha sangre “preciosa” y “amargas lágrimas”. Sin embargo, carece de respuesta, no la tuvo con Platón ni con Kant, ni la tiene ahora y quizás no la tenga después. Como bien afirmara Kelsen: “sólo cabe el esfuerzo por formularla mejor”, (Kelsen, Qué es la justicia).

¿Ahora, de dónde partir? ¿Haremos un razonamiento “consecuencial” y “utilitario”, para encajar el concepto en el resultado de los actos realizados, en búsqueda de obtener “el mayor beneficio, para el mayor número de personas? ¿O, más bien, pensaremos el término de forma “categórica” y absoluta, sin importar las consecuencias de los actos realizados, tomando en cuenta el libre albedrío del agente y su innata capacidad para el “bien”?

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