Una residencia que acoge a futuros líderes

Un propósito que sí tenía bien claro Joel Santiago Mejía Díaz cuando se graduó de bachiller era que quería ser odontólogo. En su natal La Jagua, una sección de Las Matas de Farfán, much

Un propósito que sí tenía bien claro Joel Santiago Mejía Díaz cuando se graduó de bachiller era que quería ser odontólogo. En su natal La Jagua, una sección de Las Matas de Farfán, muchos dudaron que lograría su sueño, pues provenía de una humilde familia de agricultores que no podía costearle la universidad.Las excelentes calificaciones de Joel le sirvieron para alcanzar una beca. “Pude escoger la universidad más cara, pero me quedé con la mejor, con la UASD. Por su calidad, pero también porque me ofrecía las facilidades que necesitaba para hacer mi carrera”, cuenta.

Lo que más le preocupaba era que no tenía quien lo recibiera en Santo Domingo, hasta que le contaron de la Torre del Estudiante, como se conocía en 1998 a la Residencia Estudiantil que la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) muestra hoy remozada. “Imagínate lo que significa eso para un joven de pueblo que ni siquiera sabía andar la capital. Fue lo mejor encontrar un techo, una cama, transporte gratis, un crédito de 500 pesos mensuales, todas las facilidades sólo por el compromiso de estudiar”, narra Joel, hoy un destacado odontólogo.

Esa residencia de 12 niveles, con espacio para 280 internos, representa la oportunidad de cientos de bachilleres, que se gradúan en las provincias, para poder realizar sus estudios universitarios. “La torre ha permitido que muchos jóvenes se hagan profesionales conservando su dignidad. Muchos muchachos de pueblo han estudiado viviendo en la casa de un familiar, aguantando situaciones difíciles, durmiendo en el suelo… para la mujer es peor, porque a veces son acosadas”, comenta la periodista Patricia Báez, egresada de la residencia.

De su experiencia, Patricia resalta el trato cercano y familiar entre los residentes, además, de que conviven en un ambiente donde prima el deseo de estudiar para ser mejores, pues para vivir en la “torre” hay que mantener un índice académico excelente.

Actualmente están internos 242 estudiantes, de los que 112 son mujeres y 130 varones. Los pisos 11 y 12 están desmantelados, a la espera de que se habiliten salones multiusos y la biblioteca. En diciembre, la rectoría que encabeza Mateo Aquino Febrillet invirtió casi un millón de pesos en el remozamiento de las áreas comunes, la explanada y la fachada. Ahora, esperan que el Gobierno aporte otra partida para remodelar las habitaciones, que se observan bastante deterioradas y con problemas de filtraciones.

El administrador de la residencia, Ángel David Flores, explica que realizan un levantamiento de lo que urge reparar. “Identificamos los problemas de plomería y eléctricos que tienen algunas áreas para repararlas más adelante”, subraya.

Esa residencia estudiantil, la única a nivel público en el país, es escenario de historias de superación personal, de sueños de juventud, de hermandad y también de amor. Jedeoni Calcaño encontró entre sus pasillos a Jaisy Moreta, su esposa y madre de sus dos hijos. “Yo estaba en monográfico y ella preparaba su tesis”, recuerda. Este egresado cree que la torre es la gran olvidada y no se le reconoce el verdadero valor que tiene para los estudiantes de escasos recursos.

Para Bienvenido Martínez, también “extorrero”, la oportunidad que tuvo de contar con ese albergue para poder convertirse en ingeniero se reflejó en progreso para su familia. “El impacto es muy grande.

Yo me gradué, empecé a trabajar y entonces mis dos hermanas también pudieron venir a estudiar a la universidad”, apunta. Un grupo de egresados se ha reunido para formar una asociación con el propósito de cooperar con el mantenimiento del edificio y los estudiantes que lo habitan.

En la “torre” hay una lista de las tareas pendientes

Algunos servicios son deficientes. En las habitaciones, internos reservan espacio para una hilera de cubetas, en las que almacenan el agua ante el pobre suministro. Y el ascensor se pasa más tiempo en reparación que en funcionamiento. Egresados advierten que el sector donde se ubica la residencia no es el adecuado para acoger a los estudiantes. “En esa zona se producen muchos atracos y para uno socializar con el entorno es un lío porque es un ambiente de mucho alcohol”, dice Patricia. Mientras que Jedeoni agrega: “No hay procesos estructurados ni un seguimiento a la evolución del residente. Hay que redefinir la misión de la torre”.

Expresiones

Cuando no tienes un apoyo económico y encuentras un techo, privilegios como inscribirte primero, es una gran oportunidad”
Ángel David Flores
Administrador de la residencia

Deberían construirse más residencias para estudiantes y que esos espacios sean algo más que un simple edificio para ir a dormir”
Jedeoni Calcaño
Egresado de la Residencia

La torre necesita mejor acondicionamiento y que a los residentes se les dé más apoyo. La torre vale mucho y creo que se puede aprovechar mejor”
Joel Mejía Díaz
Egresado de la residencia

Si no hubiera tenido este lugar disponible, todavía yo estuviera en Barahona soñando con ser psicóloga”
Niurka Féliz
Residente

 

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