La sentencia dictada la semana pasada por el Primer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, en el caso de lavado de activos de una parte de los integrantes de la red que durante dos lustros dirigió el narcotraficante boricua José David Figueroa Agosto, es una decisión trascendente y ejemplarizante.

Las condenas impuestas a la casi totalidad de los implicados han enviado un mensaje claro y contundente a la sociedad dominicana, en el sentido de que la criminalidad organizada no es el camino para lograr la superación personal y el ascenso económico.

Pero, además, revela que las actuales autoridades no son indiferentes al gravísimo problema del profuso lavado de dinero proveniente del narcotráfico, que ha enrarecido a algunas actividades económicas dominicanas, contaminadas por el dinero sucio. Una lectura sopesada de la sentencia nos permite afirmar que estamos en presencia de una decisión en la que se ha producido una adecuada valoración de la prueba, una pertinente fijación de los hechos, así como una correcta aplicación de la ley.

Un especial reconocimiento merecen los representantes del Ministerio Público, que bajo la dirección del Procurador Fiscal del Distrito Nacional, condujeron una vasta investigación y acreditaron con pruebas e indicios las imputaciones formuladas a los implicados en una de las principales redes de narcotráfico y lavado de dinero que operan en el país y, quizás, en el área del Caribe. En ese contexto resultaron pertinentes las negociaciones y acuerdos realizados por la Fiscalía del Distrito Nacional con algunos de los imputados, al amparo de lo establecido en el art. 369 del Código Procesal Penal para los casos denominados complejos, pues no solo permitieron fortalecer la acusación, sino que quizás aportarán indicios para el nuevo caso que, como ya fue anunciado, probablemente implique el sometimiento a juicio de una parte de los policías y militares dominicanos vinculados a la red de Figueroa Agosto, independientemente del caso, ya iniciado, de los sicarios de esa banda.

Detrás de cada operación de narcotráfico hay siempre una estructura que se dedica a blanquear, incorporando al torrente económico, los exorbitantes recursos que devenga esa actividad criminal. Y es a través de esas estructuras y sus miembros que el narcotráfico logra infiltrarse y envilecer a personas e instituciones. Por eso, en la práctica, cuando no se persigue y desmantela la estructura de lavado de dinero de grupos de narcotraficantes, en el fondo se está premiando al narcotráfico.

El proceso y la sentencia contra los implicados en la red del narcotraficante Figueroa Agosto constituyen un precedente que es necesario repetir. 
El autor es escritor y periodista
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