Los primeros informes que enviaron a sus gobiernos los cónsules de Francia y Estados Unidos, sobre el asesinato del dictador Ulises -Lilís- Heureaux, tienen falsedades.
El francés Jalouzet escribió: “Mientras el Presidente se entretenía con su amigo, un disparo, hecho desde el pasillo, le hirió, rápidamente él se dirige, revólver en mano, a la puerta de la casa, allí fue recibido por una descarga que lo acribilla a balazos, uno de los cuales le dio en pleno corazón. Luego de un pequeño altercado entre el gobernador de Moca con sus soldados y los asesinos, el cuerpo quedó en manos del gobernador, quien lo hizo transportar durante la noche a la ciudad de Santiago, donde fue inhumado”.
Lo cierto es que el cadáver lo llevó el gobernador de Santiago, Perico Pepín. Tampoco hubo altercado. El cónsul estadounidense, W. F. Powell reportó a su gobierno, el 27 de julio de 1899, la versión de que “el día que partía para Santiago -de hecho ya estaba montado en su caballo- tres hombres, Ramón Cáceres, Juan Ricardo y Horacio Vásquez, quienes se rumoraba correrían el mismo destino, detuvieron al Presidente y lo cuestionaron acerca de la veracidad. Se dice que el Presidente contestó ordenando su ejecución inmediata.
Uno de los hombres desenfundó su revólver y le disparó, la bala se alojó en su corazón. Cayó del caballo. Cuando sus compañeros llegaron a él ya estaba muerto”. La primera versión es falsa porque Juan Ricardo no estaba y no es verdad que los tres hombres hablaron con Lilís. Además de Cáceres y Vásquez, participó en la trama Jacobito de Lara.
Otro informe de Powell dice: “Estaba desayunando. En tanto sus guardias tomaban el desayuno en una casa a poca distancia…, un mendigo se acercó pidiendo una limosna, y mientras buscaba en el bolsillo con su brazo bueno (tenía poco uso de un brazo debido a heridas) fue atacado súbitamente y antes de que pudiera desenfundar su revólver o pedir ayuda, las balas atravesaron su cuerpo… Durante la refriega los asesinos escaparon, pero han sido capturados y ejecutados”.
La verdad es que luego, dos de los tres fueron presidentes de la República. El presidente Cáceres, quien también fue víctima de magnicidio, asesinado el 19 de noviembre de 1911, y Vásquez fue derrocado de su último período de gobierno (1924-1930) el 23 de febrero de 1930.
