Violencia en la familia y la sociedad

La sociedad no sale del asombro con la ocurrencia de tantos hechos violentos, en las calles y el seno de la familia. Es como si se estuvieran perdiendo valores esenciales de convivencia civilizada.

La sociedad no sale del asombro con la ocurrencia de tantos hechos violentos, en las calles y el seno de la familia. Es como si se estuvieran perdiendo valores esenciales de convivencia civilizada.Tenemos los crímenes en asaltos fruto de la inseguridad ciudadana, los conflictos entre personas que ahora llaman “violencia social”. Todos consternan. Casos verdaderamente dramáticos.

Muy doloroso, pero lo que más desconcierta es la pérdida de sentido de lo que siempre hemos valorado como el “amor filial” y las buenas relaciones entre padres e hijos.

No faltan quienes pretenden atribuir al “contagio” la forma en que se repiten los hechos violentos en la familia. El contagio, según ese enfoque, lo provocan los medios de comunicación. Obviamente, es un punto de vista simplista, toda vez que desconoce la cotidianidad de las personas en su entorno social.

No se valora adecuadamente cómo se han venido deshumanizando las relaciones intrafamiliares. El papel de los padres en el hogar y cómo a veces se llega a un nivel de desafección que termina en abandono o violencia, de padres a hijos o de hijos a padres y por extensión, el recurrente involucramiento de niños en la violencia más allá del hogar.

Así, en el mismo seno de la familia empieza la descomposición social que encuentra terreno fértil en un medio hostil en el cual un inocente niño termina envuelto en ilícitos. Nada que ver con los medios de comunicación que en ocasiones sólo reflejan el comportamiento social.

Esos acontecimientos tienen sus raíces en la misma base de la sociedad; en la exclusión y la inequidad que estimulan el desgarramiento de la familia.
Tienen que ver con los niveles de desocupación y la falta de oportunidades, y en general, en la falta de respuesta de la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones.

Y todo eso conduce a la infravaloración y relativización del valor de la vida, de los actores mismos o sus víctimas.

En fin, que hasta que las instituciones y la familia no quieran verse y reconocerse seriamente en estos cuadros de dolor, seguirán ocurriendo, lamentablemente.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas