Vivir la Constitución

La constitución es el estatuto de la Nación, lo que nos define como Estado, y para vivir como pueblo civilizado, tenemos que respetarla.…

La constitución es el estatuto de la Nación, lo que nos define como Estado, y para vivir como pueblo civilizado, tenemos que respetarla. En palabras del presidente del Tribunal Constitucional, doctor Milton Ray Guevara, lo importante es vivirla, y para vivirla, hay que respetarla, hay que conocerla y hay que amarla también.

La Constitución es un pacto, porque es un macro acuerdo que suscriben los ciudadanos en sus diferentes expresiones orgánicas para decidir la clase de estado y gobierno que desean.

Históricamente, ese súper acuerdo tiene muchas vías de materialización. A veces es impuesto por un conjunto de grupos o clases hegemónicas, sean corrientes políticas o partidos, o un solo partido, o grupos de poder de diferente índole.

Otras veces es el resultado de negociaciones convenientes entre grupos distintos, con intereses diferenciados, que logran ese gran acuerdo. Otras veces, puede ser el resultado de una explosión social que impone determinadas reglas de juego, que de todas formas, tienen que ser consensuadas entre los protagonistas, y al final, se suscribe ese pacto esencial. La dinámica social indica que una constitución suele reflejar el grado de correlación de fuerzas predominantes al momento de su aprobación.

La más reciente Constitución fue el resultado de un pacto político. Se podrá tener objeciones, puntos de vista divergentes sobre la misma, pero esa es nuestra Constitución, con sus límites y alcances.

Nos ha costado mucho entender el sentido histórico y racional de la implantación de una Constitución. En la cultura dominicana se dificulta demasiado que se guarde el debido respeto por la Constitución. Gobernantes y gobernados suelen coincidir en ese nefasto proceder. Es violada cotidianamente, como un “pedazo de papel”, como una vez la llamó el gobernante de fuerza de los doce años, Joaquín Balaguer. Muchos dominicanos, motivados quizás por desafueros de otros, igual se burlan de su valor.

Pero como dice Milton Ray, la Constitución tiene que ser aceptada,  respetada y reverenciada. Aceptarla sin resabios como fundamento para vivir en paz, sin asechanzas para reformarla a conveniencia.

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