La política norteamericana en el Caribe. El intento de anexión de República Dominicana a los Estados Unidos, 1869

‘‘La adquisición de Santo Domingo está en consonancia con la ‘‘Doctrina de Monroe’’; es una medida que favorece la seguridad nacional; afirma nuestro justo derecho a ejercer una influencia determinante sobre el gran tráfico comercial…

‘‘La adquisición de Santo Domingo está en consonancia con la ‘‘Doctrina de Monroe’’; es una medida que favorece la seguridad nacional; afirma nuestro justo derecho a ejercer una influencia determinante sobre el gran tráfico comercial que en breve fluirá de Este a Oeste mediante el itsmo de Darien; robustecerá nuestra marina mercante; proveerá nuevos mercados para los productos de nuestra agricultura, de nuestros talleres y fábricas y hará de inmediato insoportable la esclavitud en Cuba y Puerto Rico (…) terminará con un conflicto de exterminio (…) y es (…) un paso hacia la grandeza que la inteligencia, la industriosidad y el espíritu de empresa de los Estados unidos. Ulises Grant [1]

Dos elementos coincidieron en el tiempo y en el espacio para que la idea de anexar a República Dominicana a los Estados Unidos fuese un proyecto con posibilidades de viabilizarse: por un lado el hecho de haber asumido Buenaventura Báez la presidencia de la República Dominicana, líder con una tradicional trayectoria anexionista; y por otro, el interés del nuevo presidente norteamericano, Ulysses Grant, de retomar la idea de Monroe, de ejecutar una política expansionista, perdida durante los años de enfrentamientos internos en la Guerra de Secesión.

El proceso de dominación por parte del imperio norteamericano había despertado el interés de los políticos antillanos especialmente aquellos que defendían la ideología anexionista. Esta tendencia persistió durante muchos años en el siglo XIX, por lo menos hasta 1870. Los líderes anexionistas participaban en política con el propósito de defender sus intereses, ya sean de los de su grupo (clase social). Liberales, conservadores, anexionistas o independentistas, todos integran fuerzas, que basadas en principios ideológicos o intereses, luchan por imponer su posición, y sobre todo, dominar el escenario político.

La coyuntura era favorable para los planes anexionistas de Báez y su grupo, por lo que casi el principal día de prestar juramento, dedicó grandes esfuerzos para acercarse a los norteamericanos. La posición geográfica, considerada como estratégica, sus riquezas naturales (potencialidad agrícola y abundantes minerales), así como la escasa población en el país, eran elementos que unidos constituían un importante atractivo para los Estados Unidos. Con esos elementos a su favor, inicia Báez su ‘‘gran proyecto de política externa’’, como lo definió el desaparecido historiador alemán Julio Peukert.

En diciembre del 1868 dio los primeros pasos, logrando suscribir un Convenio de colaboración mutua entre los Estados Unidos y República Dominicana, base imprescindible para cualquier negociación futura. El gobierno dominicano aprovechó todos los medios a su alcance para hacer propaganda a tan importante acontecimiento.

El objetivo de Buenaventura Báez era anexar la República Dominicana a los Estados Unidos. Y hacia esa meta puso todo su empeño. Entendía el político que debía atraer simpatías e interés a la República Dominicana por parte de los inversionistas norteamericanos, utilizando para ello una política de apertura, ofreciendo facilidades para invertir o en su defecto, favoreciendo misiones exploratorias sobre la capacidad productiva del país.

En 1869 inició formalmente el proceso, largo y tortuoso entre Estados Unidos y la República Dominicana con el fin de proporcionar la anexión del segundo al primero. El presidente Ulisses Grant, quizás por un convencimiento de que la nación presidida por él, debía aplicar la doctrina de Monroe, quizás porque intereses personales le hicieron magnificar el proyecto, destinó casi tres años de su mandato a hacer realidad la anexión. Contingencias internas en la República Dominicana, y presiones del Senado americano impidieron su materialización. Algunos autores, como Charles Callan Tansill [2], señalan que el fracaso fue producto de la torpeza de Grant, y de su incapacidad para negociar con sus subalternos.

Para conocer mejor la situación de la República Dominicana, fue enviado al país el general Orville Babcock. Así pues, Babcock fue enviado a la República Dominicana en julio de ese año de 1869, con las instrucciones siguientes:

1. Obtener informaciones precisas sobre la población, pueblos y capacidad agrícola, etc.

2. Información ‘‘plena y exacta en cuanto a la disposición del pueblo de esa República hacia los Estados Unidos, el carácter del gobierno (…) si es estable o si está en peligro de ser derrocado’’.

Babcock estuvo acompañado, por el Senador Cole de California, y el “Magistrado” O’ Sullivan. Durante las negociaciones, el gobierno dominicano designó a Manuel María Gauttier, quien convenció a la delegación de que se firmara un anteproyecto, el cual fue titulado como “Base Confidencial” este anteproyecto contemplaba, entre otras cosas, los siguientes puntos:

1. La firma de un tratado de Anexión entre el Presidente Báez y el Presidente Grant.
2. Acuerdo entre las partes de realizar la anexión, y
3. Los Estados Unidos liquidarían la deuda pública, otorgando para ello la suma de 1,500,000.00 al tesoro dominicano.

La diplomacia norteamericana estaba dividida, algunos senadores ponían en tela de juicio la lealtad de Fabens y Cazneau, así como la capacidad de negociación de Babcock, por lo que las presiones del presidente Grant no se hicieron esperar, sobre todo de Charles Sumner, el senador de Massachusetts. Asimismo, la opinión pública se enteró de la negociación, y también se dividió. El señor Bennet, propietario de Herald de New York envió al señor Randolph Keim a República Dominicana, cuya misión era recoger informaciones favorables al proyecto de anexión para darlas a conocer a los lectores de su periódico.

Ante de las diferencias en Washington, y la propaganda existente a favor y en contra del proyecto, determinaron, que en noviembre de 1869, ya casi al final de su misión, Babcock, propusiera la división de la negociación en dos partes, cada una de las cuales estaría avalada por un tratado:

1. Un tratado general que contemplaría la anexión, y mientras durara el proceso de la negociación, el gobierno dominicano no podría otorgar concesión ni a personas particulares ni a compañas.

2. Un segundo tratado que establecería el arrendamiento de la península y bahía de Samaná por un periodo de 99 años. En dicho acuerdo se contemplaría la posibilidad de los Estados Unidos compraran el territorio en cuestión, si así lo consideran conveniente.
El 28 de noviembre de 1869, Badcokc consiguió la autorización del senado para firmar el convenio de arrendamiento de la bahía y península de Samaná. Parece que fue modificado el número de años, pues según las informaciones oficiales dominicanas el arrendamiento sería por un periodo de 50 años. El referido convenio se firmó, y el gobierno dominicano recibió la primera partida por dicho concepto, Babcokc entregó a Báez la suma de 150,000.00 dólares, y el 4 de diciembre se izó la bandera americana en Samaná.

Las implicaciones políticas fueron mucha. Algunos observadores y analistas políticos de la época señalaron que con este arrendamiento, se estaban dando los primeros pasos para una dominación fuerte de los norteamericanos en los asuntos internos del país.
En los legajos de Relaciones Exteriores hay reseñas reveladoras de que hubo en primera instancia una reacción favorable por parte de la ciudadanía norteamericana a la firma del convenio. Según la opinión del cónsul norteamericano (la referencia del Ministro dominicano de relaciones exteriores no señala su nombre, pero creemos que en ese momento estaba Sr… Perry), la población de la ciudad de New York, así como una buena parte del Congreso, veía con buenos ojos las negociación e incluso señalaban que muchos mercaderes, sobre todo ingleses, habían solicitado el cambio de nacionalidad, debido al arrendamiento y la posible anexión a los Estados Unidos, pues se desarrollaría la actividad comercial.

La idea de la firma de dos tratados independientes había sido propuesta por Badcock en vista de las contradicciones existentes al interior del Congreso americano. Como ya se había realizado la primera etapa, los esfuerzos se concentrarían ahora en lograr la aprobación del Tratado de Anexión. El año 1870 fue crucial para los senadores norteamericanos que estaban a favor de la anexión, para el Presidente Grant y sobre todo para el Presidente Báez. Para favorecer los argumentos de los congresistas pro anexión, se decidió realizar en la República Dominicana un plebiscito a través del cual el pueblo dominicano expresaría por “libre votación”, si deseaba o no la anexión a los Estados Unidos. Por supuesto que se hizo y el pueblo dominicano votó a “favor”. Fue un ejercicio amañado y fraudulento. El tiempo se agotó. Nos vemos en la próxima.
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[1] Mensaje del Presidente Ulises Grant el 31 de mayo de 1870. Este artículo fue elaborado a partir de mi libro “Buenaventura Báez. El caudillo del sur”, publicado en 1991.

[2] Cf. Charles Callan Tansill, “Los Estados Unidos y Santo Domingo. 1798-1873. Un capítulo en la diplomacia del Caribe, Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1977.

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