La población dominicana residente en el exterior se estima en poco más de 2.1 millones, estadísticas del 2017. De ellos un millón 865 mil 987 viven en los Estados Unidos; de éstos el 46% son hombres y 54% mujeres. Se estima que cerca del 70% trabaja.

Para el 2016 se registra en España un total de 160 mil 913 dominicanos, 61% mujeres y 39% hombres. En menor cantidad se encuentran en Francia, Alemania, Italia, Suiza, Austria, Holanda, Reino Unido, Bélgica y Portugal.

El país en tercer lugar con mayor cantidad de dominicanos, es Puerto Rico, con 64 mil 782. Luego, en otros países de América se registra al 2015 un total de 84 mil 764 dominicanos, distribuidos en Canadá, Curazao, Aruba, San Martín, Panamá, Venezuela, Argentina, Costa Rica y México.

Según el Centro de Investigación Pew (Pew Research Center), ocho de cada diez dominicanos viven en el noreste de los Estados Unidos, y el 47% vive en Nueva York. El grado universitario alcanzado por los dominicanos de 25 años o mayores (17%) está ligeramente por encima de la media entre los hispanos (14%); aumenta en los dominicanos nacidos en Estados Unidos (25%) en comparación con los nacidos fuera (15%).

Desde 1990 la población dominicana se incrementó de 362 mil a 982 mil al 2013. El informe del Centro de Investigación Pew (Pew Research Center) comenta que la edad promedio de los inmigrantes dominicanos es de 43 años y la de los dominicanos nacidos en Estados Unidos es de 15 años. La mitad de los inmigrantes dominicanos son ciudadanos.

Los dominicanos jus solís (nacidos) y jus sanguini (descendencia) tienen derecho a votar en los procesos comiciales del país, en los colegios electorales que la JCE establezca en los países donde residan.

Eso significa que ellos tienen el poder soberano de decidir para cargos de elección popular. Si todos se pusieran de acuerdo y se habilitaran para votar por un candidato presidencial, pondrían en apuros al resto.

Informaciones estadísticas levantadas, demuestran que los dominicanos de primera y segunda generación en un 70% son bilingües y progresivamente tienen el inglés como idioma dominante.

En los partidos políticos, en especial, descansa la iniciativa de políticas públicas a ser desarrolladas para fortalecer los vínculos con esa población emigrante y de origen. Países europeos, como España y Francia, han ido ejecutando una manera de conservación de las raíces en lo que los españoles denominan “El libro de familia”.

Se debe dar mayor apertura a que esos dominicanos por descendencia sean dotados de la documentación de identidad dominicana, puesto que son de pleno derecho nacionales, conforme al artículo 18 de la Constitución. Para ello se deben considerar disposiciones que abaraten y obliguen a los consulados a abrir un registro de ciudadanos dominicanos.

Lógicamente, debe crearse el interés necesario en esa población dominicana en el exterior y para ello las organizaciones culturales, deportivas, profesionales, artísticas, académicas y los partidos políticos deben ser involucrados.

A ellos les interesa mostrar allá su cultura de origen, apoyar a los que se animen a participar en los procesos electorales del país al que han abrazado (con su segunda nacionalidad) y crear espacios de vínculos entre organizaciones de la sociedad civil de aquí y de allá.

Sobre todo, que sientan orgullo por su país de origen.

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