Mi entrega de hoy era la mujer en la diplomacia. Se la debo. Pues en estos momentos los periódicos y los profesionales del periodismo en el mundo están concentrados en un ente invisible que llegó. No soy médico ni infectólogo, pero sí un ser humano que desde niño se preocupa por lo que pasa en el planeta, y lo que se ve, no es bonito, el año 2020 será unos de los más difíciles desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Esto tendrá grandes consecuencias sociales, económicas y políticas. La mayoría de los pueblos luchan hoy contra esa amenaza que se propaga y pone en riesgos a la población mundial. Ya ha causado muchas muertes, es una guerra contra un ente invisible, un virus.

Los líderes mundiales no analizaron conjuntamente la pandemia ni cedieron la derecha a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la principal organización multilateral en asuntos sanitarios.

Si bien es ciertos que estos líderes mundiales no son culpables de la llegada de este ente invisible, pero sí les cabe una buena parte de responsabilidad en su propagación por el mundo. Pues han existido fallas en la institucionalidad de la multilateralidad, cerraron fronteras extemporáneas ante una enfermedad que ya circulaba puertas adentro de los países.

En un informe difundido el miércoles 18 septiembre del 2019, de Naciones Unidas y el Banco Mundial, se avisaba del serio peligro de una pandemia que, además de acabar con vidas humanas, destruiría las economías y provocaría un caos social. Llamaba a preparase para lo peor. Decía dicho informe que si es cierto que el pasado es el prólogo del futuro, nos enfrentamos a una amenaza muy real de una pandemia fulminante realmente mortífera.

Ahora el mundo está frente al espejo, estamos en la entrada de un Nuevo Orden Económico Mundial, y una gran depresión que se avecina.

Ese ente invisible bajó la contaminación, también la gasolina, las personas pasaron a tener tiempo que no saben qué hacer con él, los padres están con los hijos en familia, el trabajo dejó de ser una prioridad, los viajes y la vida social también.

De repente nos enseñó que las grandes potencias a pesar de su poderío también son vulnerables, que un médico tiene más valor en el mercado que el mejor jugador de la NBA o las grandes ligas.

Nos ha enseñado a valorar la libertad, porque es buena aún en nuestra propia casa. También nos obligó a entender el acuerdo de Paris sobre el medio ambiente, pues este incide en los efectos del virus a que enfermedades contagiosas se extiendan.

Nos hiso ver dentro de nosotros mismos, el valor de la palabra solidaridad, amor, fuerza y fe. Y darnos cuenta que estamos todos en el mismo barco ricos y pobres.

Y para concluir por hoy, les digo, tengan paciencia, ya volverán los abrazos y los besos dados con calma, desde lejos saluden a los amigos. #QuédateEncasa, que saldremos juntos poniendo codo con codo. Ese ente invisible se irá. Y nos enfrentaremos a otra nueva etapa de la vida.

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