José Leonel “Neney” Cabrera salió en frío del PRD, pese a que no era cualquier militante, sino presidente ejecutivo, a quien se le veía con luz propia, y había alcanzado posiciones electivas al Congreso por su ascendencia en las bases. Simplemente se fue, cosa rara. Aunque su renuncia no sorprende, porque estuvo latente, ya que fue objeto de rumor cotidiano, de todas formas es una pérdida más para Miguel Vargas Maldonado, que conduce una agrupación cada vez más desangrada, por no decir debilitada. Otras renuncias, como la de Carlos Gabriel García, han pasado serenas, aunque no así la de Hugo Beras. Pero todas tienen significado. Habrá destapes, a no ser que dejen la política.

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