Roger Federer apareció en escena de la manera casual: zapatillas blancas sin medias, pantalones largos azules, camisa gris de manga larga y una barba incipiente.

El dueño de 20 títulos de Grand Slam ofreció una imagen más de modelo que de tenista para su primer encuentro con la prensa en el Abierto de Estados Unidos. Con 37 años, Federer es el jugador más veterano en el cuadro masculino del último grande de la temporada que arranca hoy. Empezó su 2018 con una conquista en el Abierto de Australia y no estaría mal alzar uno más.

También ha transcurrido una década desde que se consagró campeón en Nueva York, donde hilvanó cinco conquistas sucesivas hasta que Juan Martín del Potro le superó en cinco sets en la final de 2009. “Todavía guardo deseo de jugar ese partido otra vez”, dijo Federer sobre el duelo contra el argentino.

Federer habló en un estrado improvisado en el flamante estadio Louis Armstrong. La construcción de la pista costó 200 millones de dólares, punto culminante de un proyecto de transformación del complejo de Flushing Meadows en el que se invirtieron 600 millones.

Tanto el Armstrong como el Arthur Ashe, la cancha principal, cuentan con techos retráctiles y ofrecerán veladas nocturnas en el torneo más ruidoso y dado a la ostentación de las cuatro grandes citas del tenis.

No es la única novedad. También se estrena el uso de un cronómetro para el saque que propiciarían infracciones si se pasan de los 25 segundos y la bolsa de premios alcanza los 53 millones — un monto récord. Pero lo más atractivo es que el cuadro masculino reúne a todas las estrellas.

Se trata de la primera vez desde Wimbledon 2017 en que los “Cuatro Fantásticos” coinciden en un Grand Slam: Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray.

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