Necoclí. Enfrentarse a un mes de espera en la frontera colombo-panameña gastándose el dinero que les queda para llegar a EE. UU. o darse la vuelta y volver al inicio, a países donde su futuro no está garantizado. Esa es la decisión a la que se enfrentan los migrantes haitianos en Necoclí.

“Aquí la cosa está muy difícil, nadie nos ayuda”, “los colombianos nos piden mucho dinero”, “están haciendo plata con nosotros”.
Estas frases son una constante en la playa de Necoclí, donde hay más de 17,000 personas, la mayoría haitianos, que acampan en carpas de plástico, con lonas para reforzarlas de las fuertes lluvias y ahorrarse los 10 dólares que cobran algunos vecinos por prestarles un cuarto para compartir con otros migrantes.

Las dos empresas que los llevan en lanchas seguras al otro lado del golfo del Urabá, a Acandí, donde comienzan su ruta por la peligrosa selva del Darién, ya tienen los boletos vendidos hasta finales de octubre.

Esto supone que a quien llegue ahora -y siguen llegando unos 700 e incluso 1.200 migrantes diarios- le tocará quedarse casi un mes pagando alojamiento y comida en un pueblo colapsado, donde no hay agua potable gratuita, ni baños públicos y la basura se acumula en las esquinas.

Los haitianos hablan de una madre que dio a luz en Ecuador, durante la travesía del sur al norte de Suramérica, y que duerme en una carpa con el bebé llorando cuando empieza la tormenta en medio de la noche, y los resfriados que se acumulan por no tener ropa seca.

Las lanchas pueden transportar al día -de forma legal- a 500 personas, las establecidas entre los Gobiernos de Colombia y Panamá a principios de agosto para tener “un flujo controlado”, en una frontera donde hay de todo menos control.

“Si te entran 1,200 personas diarias y estás pudiendo desalojar 500 diarias, ¿qué genera eso? Primero que estén comenzando a aparecer las rutas ilegales, personas que salen en otro tipo de transporte que no es adecuado”, aseguran a Efe en la Defensoría del Pueblo.

“Esta manera de criminalizar la migración empuja al crimen, que es una alternativa”, destacó el portavoz en el Darién de Médicos Sin Fronteras (MSF), Owen Breuil. “Es totalmente estúpido; se quiere luchar contra el tráfico humano y el hecho de poner una cuota, lo está fomentando”, añadió.

La tensión es evidente y esta semana un haitiano murió después de ser herido por otro en una riña el pasado sábado; por eso hay quienes se están planteando regresar sobre sus pasos, de momento a Medellín o Cali y puede ser que a Chile o Brasil, de donde salieron sin oportunidades.

“Como hubo la noticia que los están deportando de EE. UU., mucha gente se está desanimando en el camino”, afirman en la Defensoría. Unos 250 haitianos han decidido ya darse la vuelta.

Las noticias que llegan de EE. UU. son preocupantes y están siendo “un elemento clave para desmotivar” a los migrantes, explicó a Efe el coordinador general de Cruz Roja Colombiana, Diego Piñeros.

A eso se suma que el siguiente paso que tienen que dar no es fácil: adentrarse por una selva de naturaleza inclemente donde quienes salen dicen que hay muertos en el camino y donde en las últimas semanas se han disparado las agresiones sexuales.

Las autoridades panameñas hallaron en el río Turquesa, en la provincia de Darién, tres cadáveres que se presume sean de migrantes haitianos arrastrados por una corriente de agua. En la misma zona habían sido encontrados la semana pasada los cadáveres de nueve personas, al parecer también llevados por las aguas.

Cuba recibe a haitianos y los devolverá a su país

La Habana. El Ministerio de Exteriores de Cuba comunicó ayer miércoles que ha recibido y asistido a varios migrantes haitianos que quedaron varados en la isla en su travesía marítima hacia Estados Unidos y los devolverá a su país de origen. Los haitianos, cuyas embarcaciones llegaron a las costas cubanas en los pasados días, “han recibido todas las atenciones necesarias, incluyendo asistencia médica, y permanecen alojados en varias instalaciones acondicionadas para ello”, según una nota de prensa de la Cancillería cubana. Añade, sin especificar la cantidad de migrantes atendidos, que ya está en contacto con el Gobierno haitiano para gestionar y asegurar “el retorno seguro y voluntario de estas personas a su país”.

El Gobierno ha agregado que los haitianos arribaron al país en embarcaciones por provincias de las regiones central y oriental y su propósito era llegar a Estados Unidos. Haití, el país más pobre de América, lleva años expulsando a sus ciudadanos por el creciente deterioro de la situación económica, política y de seguridad, además de los desastres naturales, en especial el terremoto de 2010.

El primer ministro haitiano, Ariel Henry, advirtió que la emigración “no cesará” mientras persistan las disparidades entre los países ricos y los pobres.

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