Muchos dominicanos encuentran en otro país el reconocimiento a sus talentos que aquí les negaron primero. Nación pobre e insular, faltan las oportunidades que afloran en otras más fuertes. Pero también pecamos de relegar a nuestra propia gente y sus capacidades. Debemos superar ese sesgo asentando mentalidad verdaderamente “pro dominicanos”. Ser cada dominicano merecedor para los demás dominicanos. Evitar criticar a otro dominicano innecesariamente, por solidaridad humana y sano nacionalismo; contribuir antes que dañar. Competir pero en fraterna consideración. La desunión es caldo de cultivo para la destrucción y somos muy dados a ella, valga reconocer. El mejor escudo ante el monstruo de la globalización es no ir nunca contra nosotros mismos, ser unidos dentro de nuestras divergencias. ¡Pro dominicanos!

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