Con la muerte del ídolo de la música dominicana Johnny Ventura, ocurrida el pasado 28 de julio en Santiago de los Caballeros, el merengue ya no cuenta con uno de sus pilares, una figura trascendental que elevó hasta lo más alto el ritmo que la Unesco declaró como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el 2016.
No pocos analistas de la industria del entretenimiento local se han cuestionado sobre el futuro de este género, ahora que la ausencia del carismático artista ha sensibilizado como pocas veces al mundo del arte y el espectáculo.

Una de las personalidades que han examinado el panorama, a partir de los últimos acontecimientos, es el empresario artístico Raphy D Oleo, quien fuera el representante del legendario Anthony Ríos hasta el día de su muerte.

A continuación compartimos su análisis: Después de Johnny Ventura, ¿qué?

“La desaparición física de Johnny Ventura puede convertirse en el inicio de un repunte del merengue. Paradojas de la existencia humana. Una muerte puede ser la punta de lanza que utilicen los cultores del ritmo para encender una mecha que reviva un género languideciente.

El momento permite seguir presionando a los medios tradicionales a ampliar la difusión y crear tendencias en las redes. Hay que reconquistar al público tradicional y luego asimilar a la nueva generación, pero esto solo se logra manteniendo la base rítmica y adornando con los nuevos colores que disfrutan los jóvenes de hoy. No es llevar el merengue a lo urbano, sino traer lo urbano al merengue.

La alternativa no es el featuring o colaboraciones entre artistas de géneros diferentes, pues esto no representa ningún beneficio. El trasvase de simpatía no se realiza por ósmosis.

El merengue debe retornar a su momento de desarrollo primigenio en cuanto a su colocación en el mercado, cuando su explosión comercial permitió convertirlo en el referente obligatorio de la industria de la música.

En los inicios, la base del mercadeo urbano, como ocurrió con el merengue en los ‘80, consistía en actividades populares con tarifas asequibles que hacían posible presentaciones sin derechos de admisión, lo que garantiza mayor asistencia de público y que los propietarios de locales y empresarios obtuvieron pingües beneficios, convirtiéndose estos en los mejores promotores de esa música.

Los artistas, por su parte, reducen sus costos con menos personas en tarima y grabando en estudios caseros sobre samples para realizar sus producciones discográficas.

En mi opinión la pegada de lo urbano radica en identificar y satisfacer los deseos de una generación no exigente y aplicar en todos los sentidos un sistema de mercadeo de bajo costo y promoción de mayor eficiencia. Gracias a ello, su grado de aceptación está por las nubes, aun violando los pilares fundamentales para obtener éxito: calidad, disciplina, carisma y trabajo.

Desde siempre, el éxito de un proyecto musical ha dependido de tres factores básicos: la pegada de un tema, buen mercadeo y mejor difusión. Con la música tropical hace mucho tiempo que esto no ocurre y en el horizonte no se vislumbra la aparición de un nuevo fenómeno que pueda aportar para cambiar esta perspectiva.

Hay algunos proyectos en carpeta, pero todavía son temas por encender. De los que conozco en esa ruta están: León Yamil, Alex Suárez, Denitza González, Cinthya Montero, Maurizzio, El Cayca, Estefany Constanza, Rufo Díaz y otros más. Pero los ya conocidos y populares, Manny Cruz, Ala Jaza, Rafely, Gabriel y Jandy Ventura, tienen la antorcha en el pivote.

Manny y Ala Jaza ya tienen un camino avanzado. A Rafely solo le falta un intento serio con un trabajo válido. Gabriel ha tenido fuerte inversión de sonido con pésimo manejo de mercado. Pero en Jandy percibo el liderazgo popular de una herencia acrisolada. No tiene el carisma de su progenitor, pero lo compensa con los otros pilares.

Jandy solo debe tener en cuenta trillar su propio camino, no festinando su presencia en actividades que le resten mérito y valor de mercado por buscar la comida del día, y aplicar al pie de la letra el libro que no pudo escribir su padre como guía de comportamiento artístico. Si logra desarrollar su proyecto sin ser Johnny Ventura, pero pareciéndose a él, su éxito está asegurado, pues tiene imagen, la disciplina del mentor y guía, la costumbre del trabajo y los niveles de calidad necesarios para triunfar”.

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