Fin de la historia, el espectáculo de despedida de Luis Segura, El Añoñaíto, ha sido una heroicidad artística de Wandro Quiroz.

A un productor de la capital no le es fácil penetrar los cimientos de El Cibao. Por eso Wandro Quiroz tuvo que hacerse de un equipo de personas que no conocía. Aún así el respaldo que le dieron se vio en escena.

La idea del show comenzó en el 2015. Tocaron puertas, y nada. Así que se aplazó. Por fin, después que el artista nacido en Mao, Valverde, fuese distinguido con el Gran Soberano, se reactivaron los deseos de hacerlo.

Hasta tres días antes del show había respaldo publicitario. Luego, por arte de magia decidieron no estar, con excusas más para niños de kindergarten que para longevos. Incluso más, para ese mismo día se convocó un evento artístico en el área de la Plaza de la Restauración, gratis. Según supo este redactor, se negoció su aplazamiento en un encuentro donde solo participaron tres personas en determinado lugar -como si se tratase de una escena de El Padrino- donde la negativa estaba garantizada de antemano.

No por gusto El Chaval de la Bachata dijo que manos oscuras habían tratado de atentar contra la realización de aquel espectáculo que, por fin, tuvo lugar el pasado sábado en la Gran Arena del Cibao.

Según pudo saber elCaribe, de fuentes de la producción que solicitaron el anonimato, artistas de renombre que habían asegurado su asistencia a tan importante encuentro con el llamado El Papá de la Bachata, se habrían excusado a última hora por compromisos laborales.

Pero cuando se quiere se puede. Fefita la Grande (cada vez más inmensa en el escenario), Félix D’Oleo, Sexxapeal, Luis Miguel del Amargue, Leonardo Paniagua y Ramón Torres quienes también tenían compromisos -casi todos- actuaron y después se marcharon. El Chaval, que estaba de vacaciones con su familia, no solo vino él a respaldar al longevo artista, sino que se trajo a su esposa y todos sus hijos, que disfrutaron el espectáculo casi junto a la familia de Segura.

Así las cosas, la producción se vio obligada a tomar decisiones de manera apresurada para tratar de subsanar la idea de un final donde estuvieran todos los artistas invitados. Que era lo ideal. Por eso el cierre fue con Sexxapeal, un salsero y no con un bachatero. Malo que Sexxapeal no tuvo el tino de retirarse del escenario después de cantar, y dejar que el Maestro brillara él solo. Pero sus deseos de sobresalir lucieron irrefrenables y eternos, por muy buenas intenciones que tuviese.

El espectáculo

De todas maneras quienes asistieron a la Gran Arena del Cibao pudieron rendir homenaje al hombre que -según las fuentes- adentro, en camerino, lucía apagado, pero cuando salía a escena lo daba todo y brillaba como un lucero: Luis Segura.

A Dios, y a la gente con sensibilidad, les desagrada que les hagan daño a los niños y a los envejecientes. Y Luis Segura, con 61 años en la vida artística, no se merecía ese maltrato por parte de anunciantes, productores ajenos y artistas, menos los de su propio género musical, que no eran ni piropos cuando él comenzó.

El espectáculo lució una regia puesta en escena con escenografía bien pensada, tres niveles de tarima, dos a los lados y una encima del túnel (que siempre estuvo a oscuras) por donde aparecía el autor de Pena por ti. La iluminación casi siempre fue adecuada. El sonido estuvo bien ecualizado salvo cuando se trataba de las orquestas arriba. Aún así, fue un show lleno de ovaciones.

Historia y potencialidades

Fin de la Historia comenzó con un homenaje a Radio Guarachita y a su propietario Radhamés Aracena, gracias a quien el género se impulsó en los años 60 y 70.

La puesta en escena de casi tres horas contó con un cuerpo de baile de veinte figuras, dirigidas por el coreógrafo y primer bailarín del Ballet Nacional Dominicano, Alex Duval, quien junto a la primera bailarina y siempre eficiente María Emilia García, regaló uno de los momentos de mayor lirismo en todo el espectáculo.

La orquesta de bachata estaba dirigida por Davicito Paredes y Kelvin de León. La mayor parte de la música interpretada pertenecía a su álbum más reciente “El Papá de la Bachata. Su legado”.

A pesar de los obstáculos y sinsabores, se trató de un espectáculo redondo, listo, que puede ser comercializable en Europa, Asia o Latinoamérica para públicos de esos países, donde sin dudas será de mucho interés conocer a El Papá de la Bachata, con cuya música han bailado seguramente millares de componentes de las cientos de escuelas de bachata diseminadas por todo el mundo.

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