La Gran Gala de las Estrellas Rusas del Ballet Clásico el viernes, trajo a algunas de las figuras líderes de sus compañías
Las reacciones de quienes asistieron, al día siguiente fueron todas favorables. Se trataba del reencuentro con el ballet clásico a través de los representantes más destacados de las más importantes compañías rusas.
El repertorio de obras consistieron en nueve pas de deux, dos solos y un pas d’action. Casi todos pertenecientes a lo más selecto de los ballets rusos clásicos de la época imperial.
Coreografías de Mijail Fokin, Marius Petipá, Lev Ivanov, o de Leonid Lavrovsky (ya del siglo XX), entre otros. Y música de Chaikovsky, Rimsky Korsakov, Saint-Säenz,Minkus y Prokofiev, entre otros.
En algún momento será leyenda que en el Teatro Nacional bailaron Shklyarov, Ovcharenko, Tijomírova, la Joreva, Makar. Porque todos los artistas del ballet que pudieron admirarse el pasado viernes, han hecho un pacto de sus cuerpos con la poesía.
Lo han sustentado desde el inicio con La Sílfide, Anastasia Limenko y Evgueni Konovalov, donde sin embargo, en determinado momento (¿tal vez en el segundo minuto?)ocurrió alguna falta de unicidad, pero fue algo muy breve, una dos veces tal vez, en que Konovalov pisó tras un salto después que ella; para enseguida retornar el unísono requerido. Ambos fueron muy aplaudidos, gracias a la sensualidad y a las destrezas y la plasticidad en los movimientos mostrados.
Ksenia Shevtsova y Vladimir Shklyarov entregaron virtuosismo, plasticidad, lirismo y pasión en el acto de Zobeida y El Esclavo Dorado de Scheherezade. Uno de los pas de deux más memorables de la noche.
Anna Tijomírova entregó una Muerte del Cine, ovacionado, por la autenticidad mostrada en una de las mejores representaciones de este ballet visto por quien firma. Tijomírova pertenece al Bolshoi Teatro así como su esposo Artiom Ovcharenko, maestro de esa compañía y uno de los artistas del ballet más solicitados en el mundo. Ucraniano de nacimiento, vive en Rusia desde niño y allí reside con Anna y sus dos hijos.
En una entrevista exclusiva al programa Famosos Inside, Ovcharenko admitió que el jovencísimo Makar Mijalkin no solo será su relevo, sino que será mejor que él. Makar, pues, fue el encargado de hacer Las lluvias de París, un ballet poco visto por estos lares, junto a Anastasia Smirnova. Ambos estuvieron excelentes. Especialmente Makar en los grand jeté, algo en lo cual Artiom es un maestro consumado.
Shklyarov regresó en el Lago de los cisnes, en el pas de deux blanco. Ahora con él María Khoreva (se pronuncia Jóreva), la más joven promesa del ballet ruso, que tiene más de un millón de seguidores y casi siempre anda de gira. Su cuerpo es la perfección del ballet. Además de sus condiciones físicas, es dueña de un talento maravilloso donde además de la técnica es capaz de entregar el espíritu, la pasión contenida, convertir sus personajes en materia lírica. Este fue otro de los grandes momentos de la noche. También ovacionado.
La primera parte concluyó con el 3er acto completo del Pas de deux de La bella durmiente del bosque, interpretado por Artiom Ovcharenko y Anna Tijomírova, quienes entregaron probablemente el ballet de mayor densidad clásica en su esencia. Con una profundidad intelectual y un refinamiento poético absoluto, este momento dio paso a 20 minutos de receso.
De vuelta al patio de lunetas se pudo gozar de Konovalov y Limenko en El Corsario, en otra de las mejores versiones vistas en los últimos años de ese popular ballet, que fue muy aplaudido.
Valeria Kuznetsova entregó un ballet de Ksyan Goleisovsky con música de Chaikovsky, titulado Russkaya, donde se mezclan los elementos del folklore ruso con el espíritu clásico, si se quiere.
En La Bayadera, Smirnova y Makar se hicieron acompañar por cuatro corifeos, dos de ellas del Ballet Concierto Dominicano y dos del Ballet Nacional Dominicano, que lamentablemente por momentos parecían pastiches, debido a la falta de ensayos conjuntos, seguramente.
Artiom y Tijomírova regresaron a escena con Romeo y Julieta en la escena del balcón. Otro de los ballets más esencialmente clásicos y donde ambos en sus solos demostraron virtuosismo, entrega y conjuntamente una cohesión indiscutible entre ambos.
El tercer acto de La Bayadera con Evgueni Konovalov y María Jóreva demostró el altísimo profesionalismo de ambos.
El gran final fue con el 3er acto de Don Quijote, a cargo de Ksenia Shevtsova y Vladimir Shklyarov, quienes hicieron gala de la gracia y el virtuosismo ante un público entregado a sus pies.
Una noche inolvidable para muchos, gracias a la producción general de César Suárez Pizano y la dirección artística de Mayumi Sakamoto. Gracias al respaldo de Banreservas, CDN, y otras marcas, fue posible. Ojalá y se repita.