Woody Allen dice que no se considera «cancelado» después de las acusaciones de abuso sexual hechas por su hija adoptiva. Eso sí, dice que podría dejar el negocio del cine.

El cineasta se encuentra en el Festival de Cine de Venecia. Allí estrenó su último proyecto, «Coup de chance».

En una amplia entrevista con Variety, abordó una serie de temas que incluyen la cuestión de la cultura de la cancelación.

«Pienso que si te van a cancelar, lo que hay que cancelar es a ese tipo de cultura», dijo ante una pregunta.

Y abundó: «No sé lo que significa ser cancelado. Sé que a lo largo de los años todo ha sido igual para mí».

Allen añadió que hace sus películas. Escribo el guión, reúne el dinero, hace la película, la filma, la edita.

«La diferencia no es la cultura de la cancelación. La diferencia es la forma en que ellos presentan las películas. Ese es el gran cambio».

Allen no menciona que sus películas en estos días, en general, no tienen una distribución importante en los Estados Unidos. Así que desde ese punto de vista han sido canceladas.

Desmintió las alegaciones que hizo Dylan Farrow sobre él, detallado en un documental de HBO que Woody calificó de ficción. Señaló que en su momento había sido investigado exhaustivamente y no salió nada.

Sobre su retiro alegó: «Tengo tantas ideas para películas que estaría tentado a hacerlas si fuera fácil de financiar».

Allen agregó enseguida: «Pero más allá de eso, no sé si tengo la capacidad para hacerlo. El mismo entusiasmo para salir y dedicar mucho tiempo a recaudar dinero».

«Coup de chance» es la película número 50 de Woody Allen. Fue hecha en Francia. Queda por ver si el tipo tiene mucho futuro al estrenar películas estadounidenses ante un público más amplio aquí.

“Inicialmente esta iba a ser la historia de dos americanos que viven en París», reconoció. «Pero se me ocurrió que, siendo como es mi película 50 como director, estaría bien rodarla en la lengua de autores a los que admiro», dijo.

Allen mencionó a Truffaut, Godard y Resnais y agregó que así se convertía «por fin en un cineasta genuinamente europeo».

Según la crítica, la película vista hoy en Venecia se mueve entre el drama y el humor, como todo su cine. Indiscutiblemente en el estilo tan woodyallen que enseguida salta a la vista.

Se trata de un torpe modo de narrar un discurso casi siempre zafio.

El debate sobre el legado de Allen continúa.

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