Aunque esta época se asocia a la alegría y a la felicidad, en algunas personas desencadena alteraciones en su estado emocional

El toque ocasional de campanadas, las calles iluminadas, las fachadas de las tiendas y establecimientos decorados, el olor a canela, manzana y uvas, nos anuncian la llegada de la época del año más esperada para un gran número de personas: La Navidad. Un tiempo que invita a la alegría, al colorido, a los encuentros entre familiares y amigos, a recibir y entregar regalos, a perdonar y ser perdonado, a dar y recibir abrazos… Un espacio del año propicio para celebrar la llegada del mesías y renovar nuestra fe y reafirmar nuestras creencias, cerrar etapas y prepararse para dar la bienvenida a todo lo nuevo que llegará, manifiesta Angie Santana Fernández, directora técnico del Centro De Apoyo y Asistencia Psicológica (CASP), especialista en intervención psico-social, terapeuta familiar y de pareja.

Para muchos la temporada navideña trae consigo recuerdos que se convierten en nostalgia por promover la evocación de tiempo pasados junto a personas que ya no están y momentos irrecuperablemente vividos. Asimismo, en este tiempo se recuerda la protección y el cuidado recibido por parte de los padres y familiares que ya no están, a otros le invade un sentimiento de tristeza por lo evidente que se torna su estado de soledad a raíz de una reciente ruptura sentimental, explica Santana Fernández.

“Cada persona podría tener razones válidas para sentir nostalgia y tristeza en esta época. La verdad que ningún individuo está exento de los padecimientos y situaciones diversas a los que se podría estar expuestos a lo largo de este “viaje” de vida”, resalta la especialista.

Para Santana Fernández, es válido sentir la nostalgia que traen los recuerdos, la tristeza que traen los acontecimientos que no podemos controlar, es valido sentir la soledad que dejan los años y las decisiones tomadas, perolo que no es válido es rendirnos ante estos sentimientos de manera tal que caigamos en el oscuro y profundo abismo de la depresión, resignarse, esto sin importar la edad que se tenga, sin importar lo que haya ocurrido, lo que este ocurriendo y sin importar quien ya no está y que aún se extraña.

Para combatir la tristeza navideña, la psicóloga ofrece las siguientes recomendaciones:

•La idea no es que coloques una máscara de arlequín en tu rostro: que reconozcas tu estado de ánimo y trabajes en la razón que lo provoca es un buen inicio, no tienes que cumplir con todos, ni sentir culpa de no hacerlo, date la libertad de indagar en ti y de iniciar un proceso que te permita ver la otra cara de la situación.
•El mejor regalo no es aquel que tiene el precio más alto: el más hermoso regalo es aquel que se escoge o se crea con dedicación y cariño… una carta, una canción o una manualidad.
•Recordar el verdadero significado de la época es una decisión liberadora: socialmente se ha distorsionado el significado de la Navidad, convirtiendo este tiempo en un momento de grandes compras, viajes y regalos ostentosos. No caer en esta visión nos libera de la presión social que se pretende ejercer y nos permite tomar este tiempo para fortalecer nuestros valores y practicar creencias que nos alivien el alma y alegren nuestros corazones.
•Aunque todo tu interior este sacudido y volcado, procura buscar esa zona de calma y paz que aguarda por ti en tu interior: entender con humildad que los tiempos cambian.

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