Durante el siglo XIX las relaciones comerciales de Alemania con el continente americano crecieron; ello provocó que la presencia de alemanes aumentase, primero de forma temporal y más tarde de forma permanente, en todos los puertos importante de la cuenca del Caribe. Los lugares principales de procedencia fueron Bremen y Hamburgo, ambas ciudades, importantes plazas comerciales en del norte de Europa donde desempeñaban funciones de intermediarias comerciales al estilo de Liverpool en Inglaterra o Ámsterdam en los Países Bajos. Las rutas fluviales que partían de sus puertos fueron cruciales al tiempo que la cercanía del mar Báltico y del norte potenciaban su importancia estratégica en el trasiego de mercancías en Europa. El resto lo hicieron sus atractivas políticas aduaneras y económicas y el emprendimiento de sus industriales.

El aumento a inicios del siglo XIX de la presencia alemana en el Caribe fue consecuencia de la creciente actividad mercantil que desde la centuria anterior desplegaron. Las continuadas guerras europeas del periodo afectaban al tráfico marítimo y los buques neutrales ganaron presencia pues no eran susceptibles de ser atacados o confiscados por el enemigo. Estas embarcaciones además de obtener jugosas ganancias surcaban los mares con bandera propia o bajo el amparo de la danesa de Saint Thomas, puerto libre que favoreció el incremento de sus negocios al tiempo que abrió la puerta del comercio directo con las islas y el resto del continente.

En 1820, Prusia fundó compañías comerciales destinadas al intercambio con las Antillas y Sudamérica. La más importante, la Compañía Renana de las Indias occidentales creada el año de 1821 por banqueros y comerciantes de Leipzig y Dresde. Desde su constitución sus intereses se centraron en Haití donde, en 1822, un accidente destruyó sus naves de almacenamiento en Puerto Príncipe pero por fortuna las mercancías almacenadas estaban aseguradas. Los bienes que distribuían eran textiles de lino, algodón, lana y seda, sombreros, papel, quincallería, instrumentos musicales, porcelana, vidrio, acero y armas.
Mientras que su interés importador se centró en el café y el cacao. Estos negocios generaron optimismo y los accionistas de la compañía aumentaron al tiempo que se crearon otras. En 1825 dos circunstancias las llevaron a reajustar sus intereses, pues tras el reconocimiento de la independencia de Haití por Francia se puso en práctica una reciprocidad política sobre las tarifas aduaneras para la ex metrópoli y así a los alemanes ya no les resultaba rentable mantenerse.

Otra circunstancia fue más alentadora pues el reconocimiento de las independencias en la América española le abrió la posibilidad directa de comerciar con las nuevas repúblicas latinoamericanas, circunstancia que permitió la expansión del comercio prusiano en todo el Caribe. En 1825 ya había un representante prusiano en Cuba al tiempo que se establecían varios cónsules en Haití. En 1854 llegaron a Santo Domingo y Puerto Plata. Tras la desocupación francesa, a partir de 1825, en Bremen hubo un auge de fundación de nuevas compañías, algunas de ellas se dedicaron exclusivamente al comercio del Caribe llegando instalar sucursales en Saint Thomas y otras islas.

Con la instalación alemana en Cuba y Puerto Rico, Saint Thomas perdió relevancia como última escala en la ruta de regreso a Bremen, asunto directamente relacionado con la posibilidad de recoger directamente los frutos y materias primas en las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico. Algunos autores afirman que durante el siglo XIX Haití fue más importante para Bremen, mientras que para Hamburgo Saint Thomas tenía más valor. Con el transcurso del siglo Cuba fue convirtiéndose en la isla más importante para los intereses alemanes. Esto se tradujo en 1845 en la presencia de 15 casas comerciales. Ocho asentadas en La Habana y las otras en Matanzas, Trinidad, Santiago de Cuba y Cienfuegos. Entre 1840 y 1850 se produjo el momento álgido de la actividad de estas compañías.

Si bien el comercio con colonias francesas e inglesas fue reducido, los alemanes estrecharon algunos vínculos comerciales con Jamaica, aunque para ello usaron embarcaciones inglesas y norteamericanas. En Trinidad también hubo presencia germana y aunque con las Antillas holandesas se mantuvieron relaciones, estas nunca fueron muy significativas. La isla de Saint Thomas fue la plaza comercial intermedia con la vecina isla de Puerto Rico y el litoral Caribe de Venezuela. En Saint Thomas se radicaron importantes casas comerciales alemanas, sobre todo, de Hamburgo, que exportaban ginebra, textiles, jamón, queso, vinos, mantequillas, molinillos de café e instrumentos musicales. En este sentido la colonia danesa al ser un puerto libre tenía reglamentación aduanera favorable, ahora bien, con la independencia de Venezuela numerosos alemanes y daneses pasaron a establecerse en el nuevo estado nación.

Otra manifestación de la presencia alemana en el Caribe tuvo relación directa con la disposición de rutas permanentes de transporte marítimo entre las tierras alemanas y la región Caribe un provechoso negocio dado el incremento de viajeros durante el siglo XIX. Desde mediados del siglo se dispusieron rutas regulares entre Hamburgo y diversos puertos de las islas y el continente.
A comienzos del siglo XX era tal el poder que Alemania adquirió en los círculos diplomáticos internacionales que se especuló con la posibilidad de que los germanos adquirieran una posesión colonial, como todos sabemos eso no sucedió nunca, pero esa causa llevó a los EEUU a comprar las islas vírgenes a Dinamarca en 1917, comenzando, entre las dos potencias, una fuerte competencia que finalizo con la derrota alemana en segunda guerra mundial. Campos de concentraciones donde fueron confinados, expropiación de empresas y la expulsión de sus propietarios, entre otras estrategias coercitivas, ayudaron a los EEUU a replegarlos fuera de la región.

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