El grave dilema de estudiar a Rodó bajo el contexto de su obra Ariel es la invisibilidad en que sitúa la herencia negra latinoamericana en la producción que, en torno a lo político, que puede ser inferido en la obra, no muestra la intención de que se pueda debatir la función de los africanos, de los negros, en la concepción de una idea identitaria latinoamericana. Sin embargo, la raíz africana, ya sea por negritud, por sus expresiones y por sus cultores, o bien por la trascendencia simbólica de sus manifestaciones en cada uno de los pueblos latinoamericanos en sus condiciones de nacionales de cada país, son la más viva representación de la caracterización que dejó diluida Rodó.

La reacción de mayor peso a la negación e invisibilización de lo africano en la obra de Rodó se publicó en Brasil, con el título Don Carnal cuando se viste de negro. Don Carnal es una reacción que, a pesar de que se construye sobre la historia y vivencia del Folclore material, en ella se debaten y plantean tres cuestiones fundamentales mediante las cuales podrían interpretarse los sesgos que tiene Ariel. Una es ¿cuál es la pertinencia de pensar como un todo el sentido de lo africano asociado a lo político y las identidades latinoamericanas construidas a raíz de esta realidad?
Víctor Raúl Haya de la Torre y su concepción del APRA puede ser una respuesta latinoamericana que fácilmente puede imbricar lo nacional con los ausentismos que se muestran en el pensamiento de Rodó plasmado en Ariel.

¿Qué relevancia puede darse al hecho de articular una mirada desde la dimensión de la politicidad que lleva a tener un sesgo del elemento más común de los latinoamericanos y que no es puesto en evidencia en una obra de tanta trascendencia?

Definitivamente, el escrito de Rodó, visto desde una otredad viajera, muestra modos diferentes, vivenciales y potenciales, asociados a lo hispánico sin tomar en cuenta los elementos exotizantes y folclorizantes que se posicionan en un hecho que se ve día a día con solo salir a la calle de cualquier pueblo de Latinoamérica: la aparición natural de la negritud que sirve de contexto material para responder las interrogantes en América Latina del espacio de aparición material y simbólico de los negros y de los afrodescendientes. Esta realidad puede ser pensada como un escenario y espacio privilegiado para poder concebir una visión político-cultural teniéndolos como referentes.

En la medida que se vaya pensando en la reivindicación de los africanos y los afrodescendientes frente a la exclusión social, frente a la exotización cultural y a la invisibilización política en la que han gravitado , de manera oculta, en toda la producción de Rodó, aún sea con una visibilización neoliberal, la acción de exclusión en una obra como Ariel, es justificado analizarla hoy, en estos momentos estelares de asociación del mulataje y la negritud a las dinámicas de los complejos sociales e incluso y las contradictorias pugnas de negación, cooptación y reafirmación que hoy siguen siendo materias pendientes.

Y, tercero, ¿cómo ver la invisibilización?

Pese a que la historia de Latinoamérica está concebida por herencias negroafricanas,todo pasado relacionado a lo negro se ha buscado que sistemáticamente esté invisibilizado. La representación negroafricana continúa al día de hoy cargada de prejuicios que hunden las raíces, las actitudes y el pasado relacionado con estos grupos humanos. Con la publicación de Ariel se hunden más esas raíces y aquellos elementos que se ambientan en toda Latinoamérica, pues lo que hasta hoy se ha elaborado, tomando en cuenta las poblaciones de herencias africanas, tienen un elemento oculto. Quizás con la idea de mestizaje, como figura socioantroplógica, se ha buscado ocultar de una manera subrepticia la herencia negra que está dentro de la identidad pendiente y la relación que esta guarda con un consenso de lo nacional que, también, es una materia pendiente en Latinoamérica.

Ante esta deuda latinoamericana con sus ascendientes, quedan cuestiones que urge relacionar a una obra de la trascendencia de Ariel.

¿Cuáles colores matizan a las producciones literarias, históricas y socioantroplógicas producidas en Latinoamérica posterior a la publicación de Ariel?

¿Es la hispanofilia un sentimiento tan arraigado en los pueblos latinoamericanos que nos oculta los verdaderos colores de esta región de América que asume posturas de acuerdo a como sean las correlaciones de grupos étnicos?

¿Puede asumirse que con un sentimiento asociado a lo hispánico se puede hablar de identidad en unas naciones que han construido su espacio de independencia desde el pensamiento de los criollos, naturales multiplicadores de los esquemas europeos?

En cada cuestionante se queda la intención de buscar soluciones a los temas no tratados en Ariel, aspirando a construir una mirada variopinta e incluyente a la idealización de una identidad latinoamericana en los nuevos escenarios que el momento nos depara.

En la obra de Rodó quedó pendiente el aporte al desarrollo de la diversidad cultural latinoamericana que tuvo la población afrodescendiente, sobre todo, las mujeres, que siempre fueron y han sido objeto de discriminación, especialmente de exclusión en las demandas comunes de visibilización de sus legados.

Aunque Ariel se construye contrastando la sociedad hispánica con la sociedad norteamericana-anglosajona, los movimientos negros estadounidenses se empezaron a definir en su autodescripción más allá del color, y son ellos los creadores del concepto afrodescendiente como una nueva identidad política con el firma propósito de incluir a las personas de ascendencia africana, y de todos los colores, con su infinidad de diferencias, en el nuevo esquema que se había creado. Vieron en las publicaciones medios para que se iniciara el debate con los grupos de predominios asociados a la territorialidad y a lo nacional, sin embargo, la obsesión de Rodó de querer contrastar lo anglosajón a lo hispánico en América dejó fuera el imaginario cartográfico de las manifestaciones que se daban en las distintas regiones y que hoy son expresiones de las más auténticas muestras culturales de los pueblos traídos en contra de su voluntad y los que ya existían que fueron sometidos a una colonización cultural física y espiritual que no era parte de su modo de vida.

Las cuestiones de raza y etnicidad siguen transitando hoy la paradoja y la ambigüedad que dejó pendiente José Enrique Rodó. Es posible que las visiones segregacionistas que quedan pendientes hoy en América sea culpa de los creadores de las historias oficiales y de los intelectuales orgánicos que se ganaron sus posiciones para ser simpáticos a las esquemas europeizantes construyendo un discurso que arrancó arranca el grito del cubano José Martí cuando afirmó …no hay odio de razas ,porque no hay razas ,sino que hay una encrucijada entre etnicidad y grupos étnicos para abordar la diversidad humana, intentando salirse del marco de la carga racista que tiñe por centurias el sentimiento latinoamericano y que Ariel lo prohijó.

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