Introducción

El padre Vinicio Disla ha sido uno de los grandes líderes sacerdotes para toda la región del Cibao y más allá de ella. Padre espiritual de muchas personas, familias y comunidades. Siendo un servidor arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago le confiaba muchas misiones propias mías y me representaba con toda propiedad. Confiaba plenamente en él.

Su partida ha golpeado multitudes, las cuales hubieran querido asistir a un entierro que también iba a ser multitudinario. Pero fue sin multitudes por la pandemia del coronavirus. Fue como él lo había deseado y había dicho: con poca gente. Solo presidido por el Arzobispo Freddy Bretón, unos pocos sacerdotes y familiares.

Está enterrado en el Cementerio Fuente de Luz, en una tumba que le ofrecieron allí, junto a su hermano también sacerdote, padre Evangelista Disla.

Ante su partida, como un memorial pedí permiso al Periódico “Camino”, para reproducir en esta columna un artículo de uno de sus discípulos muy queridos.

1- Partió a la casa del Padre monseñor Vinicio Disla
“Nace el 28 de noviembre de 1935, entra al seminario Santo Tomás de Aquino el 27 de septiembre de 1950, impulsado por su hermano mayor Juan Bautista, llega a Licey el 6 de octubre de 1962 y es ordenado sacerdote el 27 de junio de 1964.

La entrada de Vinicio al Seminario Santo Tomás, coincidió con la de otros muchachos, que con el tiempo se convertirían en personas destacadas de la Iglesia: Nicolás de Jesús López Rodríguez, Jesús María de Jesús Moya, Agripino Núñez Collado, Juan Montalvo, Antonio Camilo, etc. Monseñor Vinicio forma parte de una generación de sacerdotes dominicanos bien notables, con quienes está terminando un ciclo eclesial en la República Dominicana.

Vinicio, una vez terminado su bachillerato, voló a La Habana, Cuba, y allí pasó cerca de dos años en el Noviciado de la Compañía de Jesús. De vuelta a Santo Domingo, inició sus estudios de filosofía y teología en su “Alma Mater”, el Seminario Santo Tomás.

El 6 de octubre de 1962 llega a Licey al Medio, en la vigilia de la inauguración del Seminario San Pío X, donde será “maestrillo” y luego formador y Rector. Cuarenta y nueve años después, lo encontramos en Licey, junto al Seminario San Pío X, trabajando siempre y disfrutando en grande del hermoso “otoño” de su vida.

El gusto que traía de su casa por la música, la lectura y el teatro, se vio reforzado por los formadores jesuitas que encontró en las diferentes etapas de su formación. Como el padre Mañán, pintor de renombre y actualmente miembro de un equipo asesor de la Capilla Sixtina de Roma; o el padre Juan López Pedraz, profesor de oratoria, con su famoso texto “Resortes de la Persuasión en la Oratoria Sagrada”.

El 27 de junio de 1964, en la Catedral Santiago Apóstol, Vinicio recibió de manos de Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, primer obispo de Santiago de los Caballeros, la ordenación sacerdotal. Su querido papá Sabas Disla, que iba quedando ciego, todavía pudo seguir con sus ojos, lleno de emoción, la ordenación sacerdotal de su segundo hijo.

El padre Vinicio Disla vivió la mayor parte de su sacerdocio desde el Seminario San Pío X. Fue párroco de Gaspar Hernández, pasó 4 años en la parroquia El Rosario, de Moca, fue vicario por breve tiempo en la Catedral de Santiago. Trabajó en Pueblo Nuevo y Cienfuegos, residiendo en el Ensanche Espaillat.

Una faceta importante de su vida ha sido la de comunicador. Cuarenta y cinco años con el programa DESPERTAR de Radio Amistad, madrugando de 6 a 6:30 de la mañana. Dieciocho años escribiendo en Amigo del Hogar, la revista de la familia cristiana. Co-fundador y director durante seis años del semanario Camino.

El padre Vinicio fue Director Espiritual en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino durante ocho años. Recibe muchos jóvenes y adultos, que desfilan suavemente por su pequeño “palacio” de madera y de zinc, junto al San Pío, buscando una palabra orientadora”.
Acento.com

2- ¡Hasta siempre querido Padre Disla! ¡Ruega al Resucitado por nosotros!

Al atardecer del pasado miércoles 1 de abril se nos adelantó a la Casa del Padre nuestro querido e inolvidable Padre Vinicio Disla. ¡Se nos marchó así! De esa forma serena y discreta que le era tan propia.

¡El Padre Disla fue tanto para tantos! ¡Cuántos dones recibidos y entregados! ¡Cuantos talentos esparcidos por la causa del reino!

En lo particular, y aún en medio de la natural congoja por su terrena despedida, brota de mi interior, como sé que brota del corazón de tantos otros a quien su vida marcó con su impronta bienhechora, un profundo sentimiento de gratitud por todo lo que él fue y todo lo que hizo.

Vinicio Disla el amigo, el padre, el orador, el consejero, el confidente, el escritor, el comunicador. Vinicio Disla el formador en todo tiempo. El de palabra alada y elegante. El Vinicio de todos. ¡Sacerdote siempre! ¡Sacerdote entero!

Nació el 28 de noviembre de 1935 en el noble y cristiano hogar formado por Don Sabás Disla y Doña Antonio Almánzar. Escuela temprana de amor y de virtudes. Fragua de humildad, rectitud, decencia y responsabilidad.

Desde su etapa de seminarista, se involucró en el movimiento Acción Clero Cultural que lideraba el Padre Daniel Cruz Inoa junto a un valioso grupo de seminaristas, sacerdotes y estudiantes universitarios, articulado para luchar en la clandestinidad contra la oprobiosa tiranía trujillista. De ahí su defensa, también innegociable, de la patria y de la dignidad de toda persona humana.

Ordenado sacerdote el 27 de junio de 1964, le correspondió iniciar su fecundo ministerio en un momento singular de la vida de la iglesia universal y local. Se desafiaban tridentinas inercias eclesiales y se definía un nuevo perfil eclesial más abierto a las angustias y esperanzas de la gente.

Y ahí estuvo desde el primer momento nuestro querido Padre Disla, en el Santiago pujante que despertaba, como la patria toda, del letárgico sueno de 31 años de opresión, para acompañar desde entonces en obediencia fiel, a Monseñor Polanco, Monseñor Roque Adames, Monseñor Flores, Monseñor Ramón de la Rosa y Monseñor Freddy Bretón junto a sacerdotes y laicos, sin pausas ni excusas, en cuantas obras de evangelización y promoción humana reclamaron, hasta su último aliento, sus pastorales empeños y desvelos.

Pero, sin duda alguna, su mayor obra ha sido la formación en el Seminario San Pío X. Para cuantos hemos tenido el singular privilegio de ser sus alumnos, su guía y presencia ha dejado en nuestras vidas huellas indelebles; nos transmitió el amor a Dios como “Supremo Bien” en nuestras vidas y en las de los demás, el amor a la oración, al trabajo y a la naturaleza, la disciplina sin agobios, la dedicación al estudio y la sutil delicadeza de apreciar lo bello y lo noble, ya sea en el arte, en el campo o en la flor; a valorar el esfuerzo y la amistad y a privilegiar en todo tiempo la solidaridad, la familia, la fraternidad y la respetuosa convivencia.

Su voz dulce y firme, educada y melodiosa, fue luz y esperanza para toda la feligresía cibaeña, que a través de Radio Amistad, durante décadas, y luego también a través de las nuevas emisoras católicas dedicadas a la evangelización, siguieron con fidelidad admirable sus mensajes mañaneros a través del programa “El Despertar del Cristiano” o en cada acontecimiento importante de la vida eclesial santiaguense acostumbrada a vibrar al calor de su destreza oratoria que encendía el corazón y levantaba el alma.

¡Gracias Señor por el querido Padre Disla y su fecundo sacerdocio ejercido con tanta entrega durante 56 años! ¡Gracias por su admirable testimonio de servicio; por su sí sin medida y sin mezquindad, a tiempo y a destiempo.

¡Gracias por su entrega a Camino, siendo parte del equipo fundador, y luego director por más de siete años!

¡Gracias por la dedicación tesonera y el edificante testimonio de este apóstol discreto dado a hacer el bien sin estridencias ni procura de falsas nombradías! ¡Un paradigma sacerdotal de hoy y de siempre!

¡Servidor fiel y prudente, entra al gozo de tu Señor! ¡Ruega al Resucitado por nosotros!
Reynaldo Espinal

Conclusión
CERTIFICO que los textos de mi trabajo “En memoria de Mons. Vinicio Disla” son de Reynaldo Espinal y han sido transcritos íntegro y literalmente”.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los ocho (8) días del mes de abril del año del Señor dos mil veinte (2020).

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