Iván Tovar no tuvo muchos amigos, pero los que cultivó resultaron ser muy puntuales, tanto en su vida personal como en el desarrollo de su carrera. Cuenta que descubre a Eugenio Fernández Granell o más bien a su obra “en la casa del poeta Franklin Mieses Burgos, que tenía varios cuadros de él en pequeño formato. Había uno que se titula “Amor”. Se trata de un personaje que había perdido la cabeza, la tenía en el espacio y el cuerpo en otro sitio. Muy interesante y, ¡surrealista!”,  comentó Tovar.
Más adelante conoce a Granell personalmente, se dice que en Estados Unidos y, en carta de Granell a Tovar desde Madrid en fecha 16 de noviembre de 1983, se hace referencia al encuentro de ambos artistas, además de quedar claro que Granell no había regresado en ese tiempo a Santo Domingo al expresar “… siento enormemente no poder llevar a cabo una exposición mía en esa ciudad que tanto añoro y a la cual me creo sentimentalmente y culturalmente tan ligado. Salí de ahí echado del país por Trujillo y sus secuaces. Me había hecho la ilusión de que al cabo del tiempo pudiese regresar siquiera para abrazar a los amigos que aún viven y trabajan”.

Asimismo, refiere Granell que “…me había puesto a pintar con el mayor afán desde que tuve la fortuna de vuestra visita -la de Tovar- en Nueva York”.

Todo ello se corrobora al revisar la carta del 25 de octubre de 1984 de Granell a Tovar en la que le expresa: “Ya hace un montón de meses desde que tuve la gran alegría de conocerte personalmente pero no, en cambio, la de ver tu pintura. Los días que estuve contigo y Emily, siempre tan amable conmigo en sus escritos, no los olvidaré nunca. Porque al mismo tiempo de haber sido una visita dominicana que me llevé de golpe al entusiasta y esperanzador ambiente de aquellos días, remotos para otros, para mí no, en los que con muchos amigos dominicanos y españoles esperábamos hacer grandes cosas, me mantuve vuestra cordialísima amistad siempre en el presente”. Continuará.

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