De vez en cuando se exhiben joyas como esta, y precisamente de un cineasta como Pedro Almodóvar de quien no se duda que nos la ofrezca. Esta vez de un excelente metacine (tipo de filme que cuenta la historia de algo o alguien que hace cine, en palabras simples) pues bien, esta vez de un director de cine en el ocaso de su vida como tal (aunque eso de ocaso como lo define la sinopsis es un tanto subjetivamente sofístico). En su primera secuencia, el filme presenta su atmosfera de nostalgia del personaje central Salvador Mayo (Antonio Banderas) un director de cine –presumible alter ego de Almodóvar– que recuerda su niñez y a su madre Jacinta (Penélope Cruz). Y en su delicado y musical inicio, el director nos hace sentir una vez más el valor de la mujer en su cine, en su vida, y en la vida de todos cuando de madres se trata. A partir de esa escena vamos explorando el dolor interno de Mayo que se traduce en sufrimiento físico con esas dolencias (dificultad en tragar y dolor en la columna) que le mantienen debilitado en su vida y en su potencia creativa. En la trama del filme se determina que padece de hiperostosis esquelética idiopática, la enfermedad de Forestier, dolencia reumatológica con afectación sistémica que consiste en un endurecimiento óseo de los ligamentos en las áreas en las que estos se adhieren a la columna vertebral. Cuando esto sucede a la altura del cuello, el atragantamiento es el síntoma más lógico porque, de alguna manera, se acumula algo en los ligamentos y tendones que no debería estar ahí y que se asemeja a un cuerpo extraño que impide tragar bien, un síntoma denominado científicamente disfagia. Su salida salvadora es endrogarse casi a diario. La narrativa del filme se hace de una táctica de contar el presente del personaje estimulando con flashback y personajes arquetipos para darnos una perspectiva novedosa –y quizás autobiográfica– de un personaje masculino en un mundo dominado por la figura de la mujer. Para tal manifestación del amor, entrega y sufrimientos de su personaje central, el director nos regala su especial encanto en el montaje y tomas al unísono engalanado por la preponderancia del rojo y música melodramática sin estridencias –como el popurrí de canciones a capela de la escena primera–. El tema homosexualidad es dado con esmerada elegancia en una puesta en escena inusual en la cinematografía almodovareña y su modo de uso de la estética ‘kitsch’. En Fine Arts Cinema de Novo Centro.

HHHHH Género: Drama. Duración: 108 minutos.

Posted in Crítica Cine

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