Denzel Washington se pone el traje del vengador justiciero que pegó en el anterior (The Equalizer, 2014) comportándose ahora como saga o continuación del anterior (spin-off, que es como se le llama en el argot cinematográfico), y el protagonista como un héroe en sus horas de ocio cuando no está buscándosela como taxista. La narrativa se menea entre un filme de acción y drama social con mucho bla bla bla, recurrentes frases cohetes (frases con el único objetivo de estremecer, de modo que se vea o se sienta a quien la dice como alguien con honda sabiduría, pero que no significan nada. Harto usadas y conocidas en discursos de políticos con retórica engañosa, y también estudiados al punto de que el estadounidense norteamericano Philips Brougthon inventó un método para construir discursos y analizarlos). Es bueno estar pendiente de que asimismo otros intelectuales norteamericanos vienen estudiando trazos notables de nuestra cultura en que se construyen diálogos babosos que se caracterizan por la patraña engañada vecina de la farsa, en especial por medio de la palabra o acto jactancioso, en relación a los propios pensamientos, sentimientos o actitudes, como bien afirman entendidos en esas conductas. Con una historia de venganza, el filme se canta y se llora en su sospechada autocrítica. Juega con la mentira y la verdad, lo real compuesto por pequeñas historias que pueblan todo el filme y que lo hacen funcional como subtramas junto a la historia principal, siempre enfocadas en el protagonista. La estructura narrativa acción-verborrea-acción es equilibrada, coherente para presentar un súper héroe de carne y hueso, un individuo digno de admiración por también mostrar un alto sentido del honor y la moralidad; esa moral muy bien proyectada en la psiquis del telespectador de sociedades que nadan en la cochinería de toda índole. Sí, a falta de pan, cazabe: ante la falta de justicia (por ser justicia de clase) y consecuentemente acciones policiales justas, que cada quien haga su justicia y actúe por sus propios medios. Por supuesto, eso pasa solamente en las películas y ocasionalmente en procesos mafiosos. La dirección hace gala de muy buenos instantes de suspense, y guarda para el final una excelente secuencia de acción en la que un temporal se teje con la narrativa haciéndolo las escenas bastante verosímiles. Pese a sentir el gran carisma de este actor ganador de dos Oscar como tal, y de contar con otros 25 premios y nominaciones a su desempeño en el cine, se hace difícil digerir personajes insípidos como este construido con clichés.

HHH Género: Thriller. Duración: 120 horas.

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