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Los casos de Watergate, las incursiones de Cuba en África y las pérdidas reiteradas en las luchas en Vietnam, pusieron a los Estados Unidos en una condición muy delicada con respecto a su influencia sobre el Caribe y América Latina.

A las afirmaciones anteriores se suma la decisión del presidente Jimmy Carter de negociar con Omar Torrijos, presidente de Panamá, y con una clara tendencia antinorteamericana, todo lo relacionado a la autonomía del Canal.

Las recomendaciones que se daban al presidente Carter consistían en extender, más allá de lo estipulado, la duración del dominio sobre el área de influencia y hegemonía sobre la administración del cauce y afines de la conexión interoceánica.

La consulta sólo se hizo al líder del senado Robert Byrd y, a pesar de la misma, el presidente Carter decidió firmar los tratados en una ceremonia formal en Washington el 7 de septiembre de 1977, poco después de que el Congreso terminará su receso.

La acción del Presidente se vio como una posición unilateral, sin contar con las recomendaciones que habían hecho Brzezinski y Vance, provocando reacciones posteriores en Ronald Reagan, posterior Presidente, estableciendo que: ¨…. los tratados son una retroalimentación del poder de los Estados Unidos y muestra de la confianza del devenir histórico presente y pasado… ”.

Reagan afirmaba que no se puede mostrar el poder de una nación grande como Estados Unidos atropellando a una nación pequeña, pero insistía que el problema era de intuición y que era muy difícil de sostener la idea de que Panamá pudiera tener un dominio y una protección sobre el Canal, como lo representaban ellos. Esto lleva a la decisión de que, una vez Reagan estuvo en el poder, tratara de buscar alternativas para enmendar lo que él entendía un error táctico de Jimmy Carter con respecto a esta autonomía
A pesar de esta condición, Ronald Reagan fue el único presidente Republicano que se sumó a las tendencias que ya habían mostrado los demócratas en el poder y que dio cierta continuidad a las tendencias relacionadas con el Caribe, sin obedecer a los caprichos propios del gobernante de turno.

Cabe la posibilidad de que de ahí surgiera el famoso plan Reagan para la Cuenca del Caribe que giró la atención de los Estados Unidos hacia los pueblos del Caribe, porque desde la presidencia de Jimmy Carter, parecía que el Caribe no importaba a los norteamericanos y que la hegemonía que estaban perdiendo sobre el mismo, podía convertirse en un obstáculo para los planes futuros del poder de los gobernantes estadounidenses en su Frontera Imperial.

El presidente Reagan recurría a la intuición y veía como problema básico, único, el hecho de que era muy difícil sostener que el canal estaría protegido, sin el debido control de su gobierno.

Su reacción a lo que él denominó la política desapegada de Carter, con respecto a la Geopolítica Norteamericana, en la zona caribeña, lo llevó a asumir las recomendaciones dadas a los Demócratas en sus propuestas políticas con respecto a la más cercana área de influencia de Estados Unidos.

A pesar de ser un continuador de las políticas de algunos de los presidentes demócratas que le antecedieron , y muy en contra de la posición manifiesta de los republicanos, su partido, Ronald Reagan favorecía un enfoque general sobre las relaciones con el Caribe, con la condición de que Estados Unidos abría unas nuevas relaciones con el Hemisferio y era obligatorio que se trazara una sola política hacia la Cuenca, sin que se tomaran en cuenta cambios drásticos de las relaciones interamericanas y los norteamericanos como referente.

También, el presidente, trajo a colación los grandes problemas que afectan las relaciones entre las naciones desarrolladas y las naciones del Tercer Mundo, siguiendo lo propuesto por Carter cuando hablaba de una actitud positiva y abierta respecto a las relaciones comerciales y el compromiso de cumplir con las promesas que Estados Unidos había puesto en ejecución, dando un trato especial y más favorable a las naciones en desarrollo con la puesta en ejecución de negociaciones de comercios multilaterales.

Estas acciones de continuidad de los gobiernos no republicanos catapultaron las condiciones para que Ronald Reagan, un presidente sin muchas luces, pudieran optar por un segundo mandato presidencial, sin muchas oposiciones, y con el elemento a su favor de que su área de influencia geopolítica estaba en una tendencia hacia Liberalismo Económico que había sido auspiciado, en la zona, por él mismo.

Con Ronald Reagan y Bill Clinton se llevó a ejecución el proyecto que crea las zonas francas, siendo la continuidad de lo que Carter había creado y que le daba continuidad a las únicas muestras de atención a relaciones de los Estados Unidos con el Caribe y única alternativa para demostrar que los norteamericanos no habían fracasado en sus relaciones con la Cuenca, socia natural por proximidad.

Si se defiende la idea de que Estados Unidos ha fracasado, en la actualidad, en sus relaciones con los países del Caribe, hay que recurrir a la idea de que en sus relaciones originarias, sólo buscó resolver sus problemas de abastecimiento con la producción que le llegaba del mercado preferencial que auspició con los países relacionados en el área de amortiguamiento de productos en que convirtieron a la cuenca caribeña.

Los éxitos aparentes que tuvo Estados Unidos con esa propuesta son el legado de lo que Jimmy Carter había producido anteriormente, y que la recurrencia, por parte de los republicanos, a los asesores que los demócratas tenían en ese momento, Ronald Reagan ,y, después Bill Clinton, cuando llega al poder, hicieron que surgiera una esperanza potencial de que en el gobierno de Joe Biden no se pierda, en absoluto, la mirada de Norteamérica hacia el Caribe, ya sea para asegurar la ubicación de los productos tropicales en los mercados norteamericanos, así como para auspiciar oportunidades de desarrollo sostenible en los pueblos caribeños por la ventaja de la cercanía que ellos ofrecen al mercado norteamericano.

La propuesta referida es la CBI (Caribbean Basin Initiative), que acompañada por la iniciativa CBERA, Ley de Recuperación Económica de la Cuenca del Caribe, pretendían retomar las medidas de asistencia y mercados preferenciales, propuestas por Carter, asumidas por Reagan y Clinton y que Joe Biden, desde nuestra perspectiva, tendrá que asumir, para asegurar la gobernanza en el área.

El pecado en el que no debería recurrir el presidente Biden es buscar productos que se consuman, de manera prioritaria, en los Estados Unidos y recurrir al viejo esquema de las Repúblicas Bananeras, trazando las políticas de las sociedades nacionales y el intervencionismo en sus autodeterminaciones.

Hoy, muchos países caribeños han iniciado unas relaciones comerciales y diplomáticas con la China Continental y las propuestas del Socialismo de Consumo que se ha generalizado, puede hacer mermar las influencias norteamericanas en esta zona del Hemisferio y poner en el tapete la idea de la influencia China en los pueblos Caribe.

Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.

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