(II)
Según un trabajo del bachiller Elías Cornelio, tenemos más detalles sobre el Hospital. En una comuniación del dr. Joaquín García, capitán interino con motivo de una litis entre la Iglesia y el Estado por el homicida Antonio Ruses dice: “Sobre el cañón de la iglesia le fabricó su sala alta y colocó las camas de su dotación quedando las colaterales de ropería y botica, para su preciso aseo y asistencia colocando en el frente o medio que hacía dicha sala un altar portátil para la celebración del santo sacrificio de la misa. En la meseta de la escalera principal que desemboca o termina en la puerta colateral que da al campo santo, una sala o covacha para tísicos y en el lado opuesto cocina alta y baja”. Había también un salón para pobres mujeres (Utrera) y hetairas (Alemar) dándole la capilla de la Altagracia que estaba dividida por un enrejado para que desde su lecho oyeran misas, pero después fueron desalojadas para poner allí presidiarios enfermos.

El personal del hospital se componía de la manera siguiente: Un controlador que recibía 50 pesos al mes. Un mayordomo que recibía 20 pesos al mes. Un practicante mayor, sin sueldo.
Un médico que recibía 25 pesos al mes y que se le pagaban las medicinas. Seis criados, cuatro varones y dos hembras, y un capellán. Para su sostenimiento, legó Ovando seis casas de piedra, citas en la calle Las Damas (Colón) y según el historiador Alemar las rentas llegaron a 20 mil pesos. En una comunicación de Fr. Pedro Oviedo a S. M. el 12 de febrero de 1625 habla así de la preponderancia del Hospital S. Nicolás: “Fuera de esto hay en la ciudad un hospital famoso que llaman de San Nicolás, muy rico y muy bien fundado, y tan bastante, que cuando esta ciudad y tierra estuviera como en los principios, se podría curar en él todos los pobres, como el día de hoy se curan y sobraría rentas”.

Luego el hospital fue apoderado para los soldados, el despojo tuvo lugar el 3 de septiembre del 1777 y se reglamentó así “se acomodarán enfermos de tropas y presidiarios sin perjuicios de los pobres del público”, fue entonces cuando el gobernador contribuyó al sostenimiento de dicho hospital. Según notas del doctor Elpidio Ricart, la Iglesia Real, única del hospital de S. Nicolás fue declarada iglesia, única de refugio por edicto del 12 de agosto de 1775, y perdió estos derechos durante la ocupación francesa. Después de 1817 era director del hospital el lic. Juan Bernal, quien rehusó unos cargos de Colector encargado de cobranzas y administración por su gran ocupación en dicho hospital. La fachada de este antiquísimo edificio de San Nicolás de Bari era muy elegante, el historiador Alemar dice: “Todo era de sólida mampostería. La puerta principal era hermosa, formada por un arco ojival perfecto, con detalles de adornos muy bonitos del viejo estilo colonial español; cinco ventanas adornaban igualmente la fachada, dos en la planta alta y tres en la baja que era la principal sala del hospital”. El mismo historiador dice que comenzó a arruinarse durante la ocupación francesa, siendo ya para el año 1821, una completa ruina funcionando por muchos años allí, un taller de carpintería. Pero en una nota del archivo del doctor Ricart, dice que en el 1822 cuando la ocupación haitiana, “debido al gran gasto del hospital deben comprarse los campesinos los medicamentos para curar”. Esa era la situación del hospital empezando el siglo XIX. Recordemos que la entrada del hospital era por la calle Dávila, hoy Calle Mercedes. Continuará…

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