M.A. María de las Nieves Fals Fors
Programa: Estancia de Doctorado en Ciencias Humanísticas de la Universidad de Oviedo.
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Jaime Colson nació el 3 de enero de 1901 en Tubagua, Puerto Plata. Llegó a Barcelona en 1919 a estudiar a La Lonja. Allí recibió clases con Pedro Carbonel. Entre 1920 y 1923 estudió en la Academia de San Fernando de Madrid, con “José Moreno Carbonero, Joaquín Sorolla y Bastidas, José Garnelo, Cecilio Pla y Julio Romero de Torres”. (De los Santos, 2003, p. 301)
En 1924 viajó a París, estudió en la Academia Colarosi, la Grande Chaumiére y la Academia Julieu. Esto le condujo a un acercamiento a artistas de vanguardia como Pablo Picasso, George Braque, Henri Matisse, Fernand Léger y Giorgio de Chirico. De esta época son sus obras Homenaje a Gris (1927), el Autorretrato japonés (óleo 1927), La mujer de cuarenta años (1927) y el Retrato de Tomás Hernández Franco (1928)
A la influencia del cubismo europeo se le sumó la japonesa, obtenida a través de su relación con su compañera de vida, la pintora japonesa Toyo Kurimoto, quien lo adentró en el estudio del grabado de Utamaro, Hokusai y Hiroshige. Esto le permitió crear una obra más sencilla y sintética.
Leoncio Rosemberg le insistió en que abandonara el cubismo y, poco a poco, evolucionó hacia el neo-humanismo. Entre 1934 y 1938 residió en México, donde se dedicó a la actividad docente e hizo dos exposiciones individuales, conoció a muralistas mexicanos como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. En 1938 viajó a Cuba donde entabló amistad con el pintor cubano Mario Carreño y posteriormente emprendió el regreso a la República Dominicana.
Al llegar a Santo Domingo, realizó una exposición individual en el Ateneo Dominicano, allí presentó veinte obras de influencia surrealista en las que utilizó diferentes técnicas como gouaches, acuarelas y dibujos. Estas creaciones fueron incomprendidas en aquel momento por la mayoría de los artistas y por el público.
En 1938 pintó El Merengue, donde recreó el mestizaje cultural de la República Dominicana. Retornó a Francia el 5 de septiembre de 1938, a punto de comenzar la Segunda Guerra Mundial, de donde se marchó por consejo del propio Pablo Picasso. Se estableció en Barcelona durante diez años, fundó el grupo La Campana de San Gervasio y se relacionó con los miembros del grupo surrealista Dau al Set, en una etapa de gran complejidad política, debido a las consecuencias de la Guerra Civil Española.
Cuando estuvo en Cataluña recibió numerosos encargos, como el de Ignacio Rotger para decorar la capilla de Cala Murtra con frescos, óleos sobre tela adheridos a la pared, temples y un vitral, trabajados con temas religiosos, en los que colabora con él su esposa Toyo Kurimoto. En uno de esos murales se pinta a sí mismo vestido de romano.
Es en este período en Barcelona cuando pinta su obra Baquiní y la ciguapa del Camú (1949), que actualmente forma parte de la colección del Museo Bellapart. En 1949 volvió a Francia, se puso en contacto con los artistas españoles Oscar Domínguez, Pedro Flores y Honorio García Godoy, pero encontró que su arte neohumanista ya no tenía cabida en un París donde ganaba popularidad la pintura abstracta. Retornó a República Dominicana y Rafael Díaz Niese le ofreció el cargo de director general de Bellas Artes, que ocupó hasta 1952.
En ese período impartió cursos para artistas que “siguieron las enseñanzas del maestro Rafael Faxas Canto, José Ramírez Conde, Norberto Santana, Virgilio Méndez, Amable Sterling, Vicente Pimentel, Roberto Flores, Fernando Ureña Rib, Elsa Núñez, Félix Brito, Cándido Bidó, Dionisio Blanco, Leopoldo Pérez y José Rincón Mora.” (Ramón Jarne, 2008, p. 83)
A finales de 1952, retornó a Tubagua, donde enfermó y estuvo internado en el Hospital José María Cabral y Báez durante dos meses, pero de este período oscuro salió renovado. Volvió fortalecido a Santo Domingo, donde inició su etapa de la “Negritud”, retornó al cubismo, pero con un enfoque identitario, explorando en las raíces afroantillanas, como lo había hecho anteriormente en el Baquiní y la ciguapa del Camú.
En 1954 formó el grupo “Los cuatro” con el catalán José Gausachs, y sus discípulos dominicanos Clara Ledesma y Gilberto Hernández Ortega, tres artistas que también trabajaron el tema negro en su arte.
En este período se destacaron varias obras como el óleo sobre lienzo Fragmentos para un mural (1954), por la que recibió premio en la VII Bienal Nacional de República Dominicana, Rostro Geométrico (1954), óleo sobre cartón de 43.5 X 32.5 cm, Fiesta en Guachupita (1955), un óleo sobre madera de 103 x 59 cm y Oungon Dios de la Guerra (1957).
En 1957 participó en dos exposiciones: la primera fue una colectiva por la nueva toma de posesión del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, en la que también expusieron Darío Suro, Clara Ledesma, Gilberto Hernández Ortega, Rafael Faxas, entre otros. La segunda, de mayor trascendencia en su trayectoria artística, fue realizada en septiembre de ese año en la ciudad de Puerto Príncipe, Haití.
La década del cincuenta en el arte de Jaime Colson es un período de intensa búsqueda de lo negro y lo caribeño. “Su “período negro” (…) lo hizo retornar al cubismo, casi treinta años después (…) Pero mucho más personal, transfiriendo allí su nueva profesión de fe, racial y regional.” (De Tolentino, 2022)
En la década del sesenta pintó Los héroes de la Calle Espaillat (1962), en el que rindió homenaje a un grupo de estudiantes que se rebelaron contra los remanentes de la Dictadura de Trujillo el 23 de octubre de 1961 y que es un resumen de su evolución ya que abarca estilísticamente “desde el cubismo, la pintura religiosa, la pintura al fresco y el neo humanismo. (De los Santos, 2003, p. 96).
Otros momentos importantes de su etapa final fueron la creación de la Escuela de Pintura Mural en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1962, en la que fueron sus discípulos Cándido Bidó, Norberto Santana, Leopoldo Pérez y José Ramírez Conde, así como su exposición en la Galería Auffant el 21 de diciembre de 1965 y su segundo nombramiento en 1969 como director general de Bellas Artes.
Falleció el 20 de noviembre de 1975 y sus restos descansan en el Cementerio de Puerto Plata. Su obra gigantesca, sus búsquedas, que lo llevaron a encontrarse a sí mismo en la representación de lo negro y lo mestizo, lo geométrico, lo simbólico y lo identitario, son un legado perdurable para la República Dominicana, el Caribe y el mundo.
Referencias:
De Tolentino, M (2022, 8 de junio). Jaime Colson, Antillano. Hoy. https://hoy.com.do/jaime-colson-antillano/
De los Santos, D. (2023). Memoria de la Pintura Dominicana. Impulso y desarrollo moderno. 1920-1950. Colección Centenario. Grupo León Jimenes
Centro estudios caribeños. PUCMM.