Este parque, que revela la idiosincrasia de los hatomayorenses, fue plaza de fusilamiento del invasor yanqui y camposanto de sus habitantes por centurias

El parque Mercedes de la Rocha, que lleva el nombre de la donante de los terrenos donde residían los primeros pobladores de la que hoy es provincia Hato Mayor, es una obra de un valor cultural invaluable y que revela la idiosincrasia de los nativos de esta tierra de cítrico y ganado.

Es una obra que detalla en su arquitectura la hermosura que hace de este pueblo un valle de esperanza, donde se conjuga la vida religiosa con la producción y el deporte con la belleza ecológica.

Su diseñador, el arquitecto Omar Ramírez asentó en la obra la idiosincrasia de los hatomayorenses, sin obviar ningún detalle. Es por ello que no quiso dejar fuera de su diseño las colinas que circundan la ciudad, entrelazada en perdolado en hierro que surcan aéreamente la moderna estructura, dejando entrever la belleza natural y el valor ecológico de la ciudad.

El perdolado es como el escudo heráldico o muro de contención histórico que nos han servido las montañas que nos rodean y protegen de las inclemencias del tiempo, constituyendo los principales recursos presentes y futuros para el desarrollo ecoturístico de “El Jato”, como en la antigüedad se denominaba este pueblo.

A la vista de los visitantes, en los pasillos se pueden observar en distintos extremos seis estatuas, entre ellas las de los padres de la Patria Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, ubicadas al extremo este de la estructura.

Al norte se puede apreciar la estatua que adjunta las figuras de Pedro Guillermo y su hijo Cesáreo Guillermo Bastardo, quienes eran nativos de Hato Mayor del Rey y fueron presidentes de la República Dominicana en varias ocasiones.

En el ala oeste, justamente frente a la parroquia Las Mercedes está la efigie forjada en hierro de Nuestra Señora de Las Mercedes, patrona del pueblo dominicano. Hacia el sur, frente a la glorieta se levanta la efigie de Mercedes de la Rocha, quien fuera donante de los terrenos donde se fundó el pueblo de Hato Mayor del Rey, cuyo donación se realizó el siglo XIX, precisamente en 1888.

Los pasillos laterales fueron adornados con hermosos bancos, construidos en hormigón y estampados en lozas coloreadas. Estos fueron confeccionados de tal manera que cada uno simboliza los frutos como naranjas, limones, toros y vacas, así como representaciones artísticas y hasta deportivas que se producen y desarrollan en la ciudad.

Las luces exteriores fueron diseñadas para replicar la corona central que adorna la altura de la glorieta, algunas de ellas sostenidas con cabezas de toros y caballos, que fueron los primeros animales de la época colonial.

En los alrededores de la glorieta o plazoleta se fabricaron ocho mini anfiteatros, a los cuales se le colocaron bancos en hierro forjado y balaustres. Para ascender a ellos hay que pisar escaleras perrilladas.

Detrás de cada pequeño anfiteatro, con capacidad para 25 personas, se construyeron cascadas de agua, la cual adorna todo el alrededor de la plazoleta. Los bancos que se desprenden de la pared principal de la parroquia Las Mercedes están estructurados con efigies que corren hasta llegar a otro banco construido al frente más pequeño, pero no deja de ser vistoso.

La Corona

Esta estructura evoca la vistosa corona del Rey Carlos V hacia 1518 y engalana la glorieta del parque, diseñada por el artista plástico Ignacio Morales (El Artístico).

Montada en base de tubo entrelazado, la corona fue vestida con luces, cuyos destellos durante la noche atraen la vista de todos los que cruzan a su alrededor. La obra costó RD$ 40.0 millones y fue construida por el gobierno de Leonel Fernández, a través de la Oficina de Desarrollo Provincial y la Oficina Fiscalizadora de Obras del Estado.

Cuando nació la construcción del parque de recreo quedaron al descubierto varias osamentas humanas, que creó asombro y curiosidad entre los nativos del pueblo, que desconocían que antes de existir el parque y de ser sometido a varias remodelaciones, operó allí el primer centenario de Hato Mayor del Rey.

Entre la confusión, algunos historiadores llegaron asociar dichos hallazgos con un cementerio indígena, al origen de la comarca y a los fusilamientos de la primera intervención norteamericana a la República Dominicana en 1916.

Al menos dos osamentas humanas, con sus dientes intactos y un sarcófago en metal fueron extraídas durante el movimiento de tierra para dar paso a la nueva y moderna estructura, que tanto atrae a turistas y excursionistas. Las tumbas fueron localizadas en el extremo norte y oeste.

Omar Ramírez, arquitecto que diseñó el lugar de recreo confirmó que son fósiles antiguos, con más de 100 años y recomendó el estudio antropológico para determinar su antigüedad. El hallazgo llevó al arquitecto Ramírez a paralizar los trabajos en el ala norte del parque de recreo, donde corrió el pueblo a curiosear.

Antropólogos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo se presentaron a evaluar las piezas humanas y la cantidad de cuerpos sepultados en el lugar.

“Conservamos parte de un ataúd antiguo, que pudiera ayudar a ubicar la época cuando fueron enterrados los cadáveres”, acotó el arquitecto Ramírez, quien precisó que hay quienes no descartaron que aquí pudo haber existido un cementerio indígena o de la familia que fundó el pueblo, pero tenemos que esperar para que los antropólogos nos arrojen luz y podamos descubrir ciertamente que pasó”.

Además, el arquitecto Ramírez dijo que desde que inició la construcción del parque se fue encontrando y descubriendo “cosas raras”.

En tanto, el historiador Víctor Espinal cree que estos enterramientos pudieran arrojar luz sobre el verdadero origen de Hato Mayor y sus reales fundadores.

Explicó que Hato Mayor fue fundado hacia en 1520, fecha en que se instituyó el mayorazgo de Dávila, entidad que agrupó a la familia Dávila Coca y Landeche, fundadores del ejido. Hato Mayor del Rey, como antiguamente denominaban al pueblo.

Hato Mayor estuvo 16 dueños herederos, siendo la última Mercedes de la Rocha Coca de Landeche, quien donó los terrenos donde hoy se erige el pueblo de Hato Mayor del Rey en 1888.

Ella pidió que el parque llevara su nombre en su honor y en reverencia de sus ancestros, que se cree muchos fueron sepultados en las inmediaciones de la parroquia Las Mercedes, que también lleva el nombre de la filántropa mujer.

Además, se conjeturó que los cadáveres corresponden a jóvenes revolucionarios, denominados “Gavilleros”, que fueron fusilados por el yanqui invasor durante la primera intervención norteamericana, que inició en 1916 y se extendió hasta 1924.

Otros nativos creen que los fósiles pueden corresponder a indígenas del cacicazgo de Guarionex, que dominaba la zona a la llegada del genovés, Cristóbal Colón.

Plaza de fusilamiento

Los yanquis llegaron a Hato Mayor en 1917 de manera avasallante y de inmediato, según la tradición histórica al establecerse realizaron varios fusilamientos en el Parque Mercedes de la Rocha, como forma de advertir que llegaron a “traer la paz”.

También, enajenaron documentos históricos que estaban en la parroquia, que aún opera justamente en el ala oeste del parque.

La entrada de los invasores se produjo, precisamente el 12 de enero de 1914, fecha en que en Hato Mayor lucía tranquilo y se hacían preparativos de procesiones rurales en el parque, para visitar el santuario de la Virgen de La Altagracia en Higüey, festividades que quedaron truncas con las acciones trágicas, horripilantes y funestas que en todo curso de su historia conociera esta laboriosa población.

Tres columnas de hombres embotados, con caras de “diablo” y armados se precipitaron hasta este municipio por diferentes caminos, sitiando a Guayabo Dulce, San Valerio, Los Jíbaros y ocupando todo el norte de la comarca.

Sin embargo, fue desde el antiguo parque, ubicado donde está la moderna estructura, que operaban y despachaban para perseguir a quienes despectivamente llamaron “Los Gavilleros”.

El asesinado historiador hatomayorense, Manuel Antonio Sosa Jiménez narra en su libro “Hato Mayor del Rey”, que el 24 de agosto del tétrico año 1918, el invasor yanqui mató al desafecto Ciprián Alarcón y luego concentró a cientos de campesinos que habían sido desalojados en la plaza pública, para que no tuvieran contacto con los gavilleros, como despectivamente osaban llamarles.

En definitiva, el Parque Mercedes de la Rocha ha sido escenario de excesión para que sobre él y en su entorno se cometieran tropelías y vejámenes contra esta sufrida y aletargada población, que tanto espera de las autoridades para su despegue definitivo al desarrollo ecoturístico, ya que fue la primera en haber logrado ese estatus mediante la Ley 77-02, por ser poseedora de inmensos encantos naturales y de lugares de atracción turística. l

Atractivo
La vistosa corona del Rey Carlos V hacia 1518 engalana la glorieta del parque, diseñada por el artista plástico Ignacio Morales (El Artístico)”.

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