En esta casa colonial se realizan conferencias de historia, muy enfocadas en el descubrimiento y los primeros años de la colonia

La Quinta Dominica es una edificación de principios del siglo XVI que forma parte del terreno que el rey Fernando el Católico ordenó entregar a los dominicos, el 20 de noviembre de 1510.

Esta propiedad fue adquirida en 1994 por el francés Renaud Anselin, quien luego de someterla durante 10 años a estudios arqueológicos, arquitectónicos y de saneamiento urbano y estructural, sin que afectaran sus orígenes, la inauguró en 2004, hace 16 años, convirtiendo la Quinta en un centro cultural sin fines de lucro, con la misión de respaldar el arte, la cultura, la historia y la educación.

“Eso fue un poquito la razón cuando adquirimos la propiedad, hacer un centro cultural, porque siempre ese entorno ha sido dirigido a la enseñanza y a la formación”, manifestó Anselin, quien llegó a la República Dominicana en 1980.

En este espacio cultural se realizan charlas y conferencias de historia de formación, muy enfocadas en el descubrimiento de los primeros años de la colonia. Además, de conciertos de música clásica, de jazz, de cámara, entre otras actividades culturales, sin costo alguno.

En tanto, que los eventos privados y corporativos requieren de un “aporte”, que es utilizado para el mantenimiento de la casa y de su personal. Las solicitudes son remitidas con anterioridad a un comité que evalúa las propuestas.

“En la Quinta tratamos de tener un eclecticismo a nivel de estilo cultural lo más amplio posible, siempre y cuando estén presentes la calidad, las buenas modalidades y el respeto al entorno”, indicó su presidente.

Según explicó, la casa cuenta con dos salones de exposición, en los cuales se exhibe una muestra permanente de escudos de la conquista española hasta el descubrimiento, que inicia con el de Aragón, Castilla y León, La Española y termina con el de Santo Domingo, cada uno con una breve historia. También se presenta un escudo de Carlos V, que “aunque nunca viajó a la isla gracias a una limosna que otorgó se pudo financiar el convento”.

“En este espacio cultural también exhibimos una breve historia del país de forma directa como indirecta, pues en estas paredes están colgados los retratos de las dos reinas españolas, Isabel la Católica y de su hija Juan la Loca”, indicó Anselin.

También se muestran algunos personajes de la realeza española, como son los casos de Carlos Primero de España y Quinto de Alemania, así como de Santa Inés, que “aunque no tienen nada que ver con la historia, sí con el entorno, ya que le dan cierta iluminidad al salón.

Sus espacios

El entorno de la Quinta servía de jardines, donde los monjes cultivaban sus especias, vegetales y criaban animales, y que aún se mantienen virgen por disposición de la administración.

Aquí se encuentran árboles que datan de más de 150 años, como es el caso de una mata de tamarindo y una de mango, esta última introducida al país a principios del 1800. Otros árboles que allí se encuentran fueron sembrados por la nueva administración.

Los muros de la Quinta se encuentran tapizados de hiedra, que arrojan ramas de plantas de bougainvillea, así como una amplia diversidad de flora con algunas plantas endémicas del país.

“En este jardín también tenemos un Olivo endémico de las Dunas de Baní, además de árboles de caoba, algodón, banano, cacao, café, entre otras especies, casi todas traídas, no endémicas, pero que son realmente emblemáticas del país”, explicó Anselin.

Otro de sus atractivos, es un pozo vacío que se encuentra a nivel de la capa freática que es el nivel del agua que hay en el subsuelo, en cuyo centro hay tres pasadizos que van hacia el Puerto y a las criptas del Convento y de la Catedral.

“Debajo del pozo hay una ciudad subterránea que sirvió en el tiempo de la colonia para esconder armas y al mismo al personal”, informó Anselin, quien indicó que “casi todas las construcciones coloniales tienen sus fosas y de cierta manera todas se comunican”.

Además, en los alrededores del jardín se pueden apreciar algunas obras de arte y esculturas, que aunque no todas pertenecen a la Quinta, algunas están en exhibición para darle mayor realce.

Apadrinamiento

La Quinta Dominica apadrina la Plaza Educativa y Cultural, donde reposan los bustos del educador puertorriqueño, Eugenio María de Hostos y de la educadora dominicana Salomé Ureña.

“En esta área descansaron por un tiempo los restos de ese gran educador puertorriqueño del siglo 19 hasta su traslado al Panteón Nacional hace unos años, pero su busto quedó en el lugar”, informó Anselin, quien añadió que junto al Ayuntamiento, el Convento de los Dominicos y Patrimonio Monumental costearon la apertura del busto de Salomé Ureña, “porque estos dos educadores eran muy cercanos y quisimos que quedaran de frente uno al otro”.

Estos bustos se encuentran en el espacio posterior de la Iglesia de La Tercera Orden y frente a las puertas del Monasterio de los Dominicos.

De acuerdo al presidente de la Quinta Dominica, este lugar es visitado por alumnos, profesores, turistas nacionales y extranjeros, entre otros visitantes, quienes pueden disfrutar de charlas, conferencias, entre otros eventos
culturales.

Un poco de historia

La Quinta Dominica formó parte del Monasterio del Convento de los Dominicos, que eran celdas monarcales que ocupaban toda la cuadra, cuyos muros centenarios fueron testigos del Sermón de Montesino, primera defensa del aborigen en las Américas, desde su fundación, durante 1538.

Además, este espacio cultural fue parte de la Universidad Santo Tomás de Aquino, la primera del Nuevo Mundo, conocida hoy en día como Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y fue también, casa de alojamiento para sus estudiantes.

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