Con un costo de RD$4, 958,638.21, fue inaugurado el 16 de agosto de 1973, por el presidente Joaquín Balaguer, el Teatro Nacional, con la intención de darle cabida en sus escenarios a los espectáculos culturales del mundo.

En ocasión de conmemorarse el 50 aniversario de la inauguración del Teatro Nacional de la República Dominicana, centro de vida artística, tanto nacional como internacional, compartimos en esta entrega su gran apertura a manos del recordado Presidente Balaguer y artistas reconocidos de la época.

La primera noche

Con un concierto dirigido por los maestros Carlos Piantini, director artístico del Teatro Nacional, y Manuel Simó, director de la Orquesta Sinfónica, quedó inaugurada la edificación. Además, participó junto a estos, el maestro José Delmonte, director del Coro.

En esta línea, formaron parte del espectáculo, un grupo de artistas del piano y del violín, y varios cantantes, todos dominicanos, quienes actuaron como solistas en este escenario, abriendo así el festival de inauguración del Teatro Nacional, que se prolongó hasta finales de septiembre (29) de ese año.

Programa

El programa de la noche incluyó la Suite Pastoral, de Manuel Simó, el Concierto en mi bemol mayor, para dos pianos y orquesta, de W. A. Mozart, con la participación de los pianistas Manuel Rueda, director del Conservatorio Nacional de Música, y Oscar Luis Valdez Mena. Esta primera parte del concierto estuvo dirigida por el maestro Simó.

En su segunda parte, quien dirigió fue el maestro Piantini. Comprendió el poema para violín y orquesta de E. Chausson, con la participación del concertista de la Sinfónica, profesor Jacinto Gimbernard, como solista.

Como cierre de las presentaciones, el Coro Nacional interpretó finalmente “Gloria”, misa solemne de L. V. Beethoven. La parte de solitas estuvo a cargo de la soprano Teresa Garrigosa; la mezzoprano Ivonne Haza de Bisonó, el tenor Arístides Inchaustegui, y el bajo Frank Lender.

Fachada nocturna del Teatro Nacional iluminado. Día de función de La Orquesta Sinfónica.

Estructura y espacios iniciales

La entrada principal estaba compuesta por puertas de vidrio y a la derecha una escultura de mármol. Pisos recubiertos de alfombras rojas y una iluminación diseñada especialmente para el espacio.

El auditorio principal ostentaba una capacidad que describía 1,600 asientos, distribuidos entre palcos, balcón y platea. Además, tenía capacidad de alojar a otras 500 personas de pie. En su techo, se ubicaban unos paneles de luces y al fondo estaban las cabinas donde se manejaban los 120 reguladores de intensidad de los tres circuitos, cada uno destinado a diferentes combinaciones.

El escenario, de 24.60 metros de ancho por 20.85 de profundidad, tiene tres escenarios adyacentes de igual dimensión, con el fin de tener escenografías rodantes listas para entrar a la escena principal, así como para facilitar el movimiento de masas durante espectáculos con gran número de participantes.

Además, el escenario principal estaba dotado de 35 trampas individuales que permiten la realización de efectos especiales con fuentes, fuego o apariciones sorpresivas.

En cuanto al edificio, estaba recubierto totalmente en su exterior de mármol travertinos nacional, y contiene los más avanzados sistemas teatrales.

Por otro lado, el foso de la orquesta, cuya parte frontal era de altura regulable el cual podría acoger a cualquier gran orquesta internacional.

En adición a esto, el Teatro posee ocho camerinos individuales, cuatro camerinos de grupos y un gran salón para la orquesta.

Inicios de la construcción del Teatro Nacional en el año 1970.

Personas y personalidades asistentes

Al acto de inauguración asistieron, además del presidente de la República, doctor Balaguer, secretarios de Estado, funcionarios del gobierno, legisladores y público en general. La bendición estuvo a cargo de monseñor Octavio Antonio Beras, Arzobispo de Santo Domingo.

La entrada al Teatro estuvo limitada a personas que mostraban su invitación a un agente de seguridad ubicado en la entrada principal.

El señor José de Jesús Álvarez, director de Bellas Artes, y el arquitecto Teófilo Carbonell, autor del proyecto, pronunciaron discursos.

Carbonell indicó en su discurso que en el Teatro Nacional podrán presentarse dignamente todas las actividades artísticas y culturales. Seguido, ponderó el estímulo brindado por el presidente Balaguer para la realización de la obra.

El arquitecto Carbonell resaltó, el hecho de que la obra fue inaugurada precisamente el día de la Restauración de la República.

En esta línea, luego de afirmar que el Teatro Nacional era una necesidad espiritual del pueblo, que desde la fundación de La República no había tenido una institución estable para la educación artística y la recreación espiritual, afirmó lo siguiente:

“Debe colmar de honda satisfacción a todos los dominicanos que este Teatro Nacional sea uno de los más modernos, de los más funcionales del mundo en el que podrán presentarse dignamente todas las actividades artísticas y culturales. Esta obra significa un triunfo para nuestros obreros, técnicos y profesionales”.

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