El general Arturo R. Espaillat fue secretario de Estado de Seguridad del régimen trujillista, subsecretario de las Fuerzas Armadas, cónsul en la ciudad de New York y mayor general del Ejército dominicano.

Al conmemorarse el 56 aniversario, este 27 de septiembre, de la muerte de una de las figuras militares más prominentes e importantes en la Era de Trujillo, la Zona Retro, esta semana, rememora la vida y muerte del general Espaillat, conocido por ocupar altos cargos durante el régimen trujillista, y por ser un estratega y militar destacado.

Antecedentes

Arturo Rafael Espaillat Rodríguez, también conocido como “Navajita”, era el nombre completo del general. Había nacido en La Vega el 10 de febrero de 1921. En ese momento, fue el único militar en nuestras Fuerzas Armadas que se graduó en West Point a la edad de 22 años. Fue un estratega y experto en inteligencia militar.

Debido a su sólida preparación militar, Navajita llegó a ser general y se desempeñó como Jefe de los Servicios Secretos y de Inteligencia durante el régimen del dictador Rafael Leónidas Trujillo.

Además de estos cargos, logró ocupar otros durante el régimen trujillista, como secretario de seguridad del régimen y subsecretario. En cierto momento, también fue cónsul en la ciudad de Nueva York.

Incursión en el Ejercito Dominicano

Gracias a las amplias conexiones que su padre, el doctor Rafael Espaillat de la Mota, había establecido al ocupar cargos importantes en el gobierno, como el consulado de Nueva York en 1930 y también la Secretaría de Salud y Relaciones Exteriores, pudo asegurar una beca para su hijo Arturo, quien tenía un destacado historial académico. Esta beca le brindó la oportunidad de ingresar a la Academia Militar de West Point, donde no solo desarrolló una impresionante carrera militar, sino que también estableció relaciones con futuros líderes de alto rango en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y otras naciones.

Más adelante, después de completar sus estudios, Arturo se unió al Ejército Dominicano y obtuvo el apodo de “Navajita” o “la Gillette” debido a su disciplina militar rigurosa y altamente exigente. A medida que se convirtió en uno de los hombres respetados por Trujillo, infundió temor y posiblemente envidia en otros.

Momento de la tragedia

El 27 de Septiembre de 1967 se suicidó en el apartamento donde vivía en la calle Hermanos Deligne 25, bajos, de esta ciudad capital, tenía 46 años a la hora de su fallecimiento.

Según las informaciones compartidas en el periódico El Caribe, el general murió después de dispararse un tiro en la cabeza que le destrozó la masa encefálica.

En ese momento eran desconocidas las causas que guiaron al general a tomar esa determinación, sin embargo, se presumió que lo había hecho motivado por su estado de salud. Se había dicho que se encontraba en estado semiparalítico desde hacía ya un tiempo, luego de haber sufrido un accidente automovilístico en Portugal.

Espaillat apretó el gatillo en su habitación mientras aguardaba a que su esposa, Ligia Fernández, le terminara de servir el almuerzo. El exmilitar tenía un revolver Enriquillo, calibre 38, que fue entregado al Escuadrón contra Homicidios de la Policía Nacional.

En declaraciones a la Policía, su esposa comentó que Espaillat se encontraba recluido en casa desde hacía un tiempo por quebrantos de salud, que al parecer fueron el detonante de la situación.

Agregó también que “todo sucedió repentinamente, pues como a la una de la tarde le serví una sopa, dejándolo en su habitación tomándosela, mientras fui por el resto de la comida”.

Continuó diciéndole a la policía “mientras me encontraba en la cocina, escuché un disparo y nunca pensé que sería Arturo dándose un balazo, pero cuando entré a la habitación y lo encontré herido, bañado en sangre me llené de angustia y dolor”.

Según dijo, sus hijos se encontraban en sus trabajos al momento del hecho. Indicó también que su esposo tenía la costumbre de guardar su arma debajo de la almohada.

El coronel Juan Bautista Germán del Villar, jefe del Escuadrón Contra Homicidios, informó que el revólver de la víctima fue ocupado con cuatro cápsulas y el casquillo disparado. Pero no ofreció detalles de si estaba amparada bajo licencia legal.

Titular de la nota publicada en el periódico El Caribe el 27 de septiembre de 1967, tras confirmar la tragedia.

Reacción de los vecinos

Vecinos del sector informaron que la esposa al mirar herido a su esposo se volvió casi loca, razón por la cual, algunas personas ligadas a esa familia fueron las que tomaron el cuerpo del general y lo trasladaron al hospital militar Enrique W. Lithgow Ceara en un intento por salvarle la vida.

Sin embargo, algunas personas en la escena dijeron que era remota la posibilidad que se salvara porque el balazo le desbarató el rostro casi por completo.

En el hospital militar se le negó la entrada a la prensa, los oficiales tenían la orden de no dejar entrar a nadie sin previa autorización de la Jefatura del Ejército o de la Secretaría de las Fuerzas Armadas.

Todo terminó

Según los médicos que lo atendieron en el hospital, la bala penetró por encima de la nariz. Del mismo modo, señalaron que en un intento por salvarle la vida realizaron una traqueotomía, pero los esfuerzos fueron infructuosos, debido a que la herida era mortal. Pereció a las cuatro y ocho minutos.

Indicaron que murió a consecuencia de una hemorragia interna que le causó la bala al internarse por la región frontal con pérdida de masa encefálica.

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