Patrick Giblin es un «falso Romeo». Una suerte de versión estadounidense del famoso “estafador de Tinder”, pero sin aviones privados.

Giblin seducía a mujeres con historias sobre su familia, decía que su padre era juez y que tenía una propiedad frente al mar en Atlantic City, Nueva Jersey. Allí aseguraba que trabajaba en el sector de casinos, según una denuncia penal federal.

A sus enamoradas, el «falso Romeo» les aseguraba que estaba dispuesto a sentar cabeza. También decía que le interesaba más la belleza interior de una mujer que su aspecto físico.

Prometió que la distancia no era un problema porque tenía acceso a vuelos con descuento. Incluso aseguraba estaba dispuesto a trasladarse a la ciudad de una mujer para avanzar con el romance.

Una revisión de los acuerdos de culpabilidad y las denuncias federales muestran que Giblin estafó al menos a 100 mujeres a lo largo de dos décadas. Fundamentalmente engatusándolas para obtener más de 250.000 dólares con falsas promesas, seguidas de peticiones de préstamos a corto plazo que, por supuesto, nunca fueron devueltos, reseña New York Post.

¿Qué hacía el «falso romeo»

Patrick Giblin, el «falso Romeo»

“Se aprovechaba de las vulnerabilidades. Prometía acabar con la soledad de una mujer que acababa de terminar una larga relación o reconfortar a alguien que acababa de sufrir la muerte de un ser querido. Giblin convencía a estas mujeres de que estaba dispuesto a trasladarse a sus ciudades. Pero necesitaba que le enviaran dinero para hacerlo”, afirmó un informe de los fiscales federales de Nueva Jersey.

No obstante, a pesar de las condenas y de cumplir penas de prisión, siguió estafando a mujeres. Incluso después de que lo atraparan y escapara dos veces de la custodia federal.

Los fiscales afirman que Giblin llegó a estafar a mujeres desde la cárcel mientras cumplía condena por cargos similares, y después de convertirse en fugitivo por no presentarse en un centro de reinserción social de Newark, Nueva Jersey.

Ahora bien, las estafas de Giblin se remontan a principios de la década de 2000, según las autoridades, cuando tenía 30 y tantos años, y mucho antes de las aplicaciones de citas de Tinder, Bumble y otras. Ahora tiene 58 años.

En Lavalife, QuestChat y otros servicios de citas, Giblin se hacía llamar ‘Pat’, un hombre aparentemente carismático que aseguraba a las mujeres que su peso, altura y otras características físicas no eran un problema, según la denuncia penal federal. Además, de acuerdo con los documentos, creó numerosas cuentas a su nombre en sitios de citas de Estados Unidos y Canadá.

¿Por qué las mujeres caían en sus redes?

 Giblin entablaba largas conversaciones telefónicas con las mujeres antes de empezar a pedirles dinero, según los documentos judiciales. Les daba varias excusas por emergencias financieras, como que su auto se había dañado o que necesitaba fondos para liberar las ganancias de un torneo de juego, según los documentos judiciales.

Dichas estafas eran anteriores a los servicios de pago digital Venmo, Zelle y otras aplicaciones, por lo que pedía a las mujeres que le enviaran dinero en efectivo, usualmente varios cientos de dólares a la vez, a través de MoneyGram o Western Union. De hecho,algunas de las mujeres no sabían cómo utilizar los servicios de transferencia, pero él las guiaba a través del proceso, según los documentos del tribunal federal.

¿Pero qué mujeres caían en sus redes? Los fiscales afirman que Giblin se dirigía a mujeres vulnerables, como viudas, mujeres con discapacidades físicas y madres solteras, incluida al menos una que había perdido un hijo recientemente.

“Giblin perseguía a las solitarias y a las que tenían el corazón roto. Averiguaba sus puntos débiles y los atacaba cuando no conseguía su dinero”, declaró al medio CNN Kathy Waters, directora ejecutiva de Advocating Against Romance Scammers.

“Las víctimas no solo sufren abusos económicos, sino también emocionales y psicológicos. Es un maestro de la manipulación que ha estafado a una cantidad desconocida de personas, ya que algunas nunca hablarán sobre ello”.

La buena noticia es que sus estafas pueden haber llegado a su fin. El pasado miércoles, un juez federal condenó a Giblin a 66 meses de prisión por fugarse de la custodia federal y a un cargo de fraude electrónico por participar en un plan para estafar a mujeres a través de servicios de citas telefónicas. Se espera su sentencia final en los próximos días.

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